De
todos eran conocidas las discusiones entre Shikamaru y Akane. Solían
comenzar con cualquier tontería, por lo general la poca actividad de
Shikamaru que solía hacer hervir la sangre de Akane. Daba igual, no
eran cosas importantes y todos estaban acostumbrados a verlos así,
Akane lanzándole miradas asesinas y cualquier cosa que encontrase a
mano y Shikamaru capeando el temporal con su habitual tranquilidad.
Pero aquel día todo iba a salirse de la rutina.
Todo
empezó a primera hora de la mañana. Shikamaru aprovechaba esos
minutos previos a la llegada del profesor para dormitar apoyando la
cabeza en sus brazos, recostado sobre la mesa. Akane entró como una
exhalación y se colocó delante de Shikamaru, dando un golpe seco
apoyó las palmas de las manos en la mesa haciendo que el chico se
sobresaltara. Lentamente, como casi todo lo que hacía Shikamaru, fue
levantando la mirada y desperezándose, miró los ojos de Akane
brillando de rabia, se incorporó del todo, cruzó sus brazos y
esperó a que estallara.
—¿Sabes
lo que he oído en los pasillos? —Akane seguía apoyada en la mesa,
le miraba fijamente y su tono de voz no era demasiado alegre.
Shikamaru
esbozó una leve sonrisa, Akane había recogido su pelo en una
coleta, dejando su cuello al descubierto, a Shikamaru le hacía
gracia porque podía ver aquella vena que se le hinchaba cuando se
enfadaba.
—¿Lo
has oído? —repitió.
—¿El
qué? —preguntó con desgana.
—Dicen
que tú y yo nos hemos enrollado ¿Por qué dicen que nos hemos
enrollado?
—Mendokusei,
no es la primera vez que dicen algo así, será que nos han visto,
pasamos mucho tiempo juntos con lo de la función.
—A
mi no me hace gracia.
—Ni
a mi, pero ya sabes lo que dicen: a palabras necias, oídos sordos.
—Tus
novietas me miran mal y dicen cosas desagradables.
—Mira
que eres problemática ¿Que quieres que haga yo? Solo es un rumor,
ya pasará y no resoples, pareces un buey.
—¡Pero
que manía te estoy tomando!
Akane
no parecía dispuesta a marcharse así por las buenas, para ella
debía ser una tragedia sin límites eso de que la emparejaran con
él. Shikamaru cerró los ojos, sentía la amenaza de otra gran amiga
suya: la migraña. Se llevó los dedos índice y pulgar al puente de
la nariz y se presionó fuertemente. Al abrir de nuevo los ojos lo
primero que vio fue el escote de Akane, vaya, se notaba que llegaba
el buen tiempo y las chicas empezaban a desabrocharse botones. Guio
su vista de nuevo hasta el cuello de su compañera.
—No
te enfades tanto por una tontería así ¿Por qué lo haces todo tan
difícil?
—¿Se
puede saber por qué le hablas a mis pechos?
—Son
más agradables que tu cara enfada y además se te ha desabrochado un
botón.
—Y
tu te creerás muy gracioso, ciervo
pervertido.
—Si
me las pones delante tengo que verlas aunque no quiera. Por cierto,
lo que te estaba mirando era el cuello.
—¿Tengo
algo en el cuello?
—Es
muy sensual, no me extraña que Sasuke te lo mordiese. No sé si me
entran ganas de besarlo o de estrangularte.
—¿Sabes
que se te da genial eso de fastidiarme?
—Si,
me estoy especializando.
—¡Vete
a la…!
—Cuida
tu boquita, calabacita.
Akane
se fue hacia su asiento bastante molesta.
Así
las cosas, el mal humor de Akane fue en aumento al igual que el dolor
de cabeza de Shikamaru.
En
la hora de educación física, Shikamaru y Akane fueron a la
biblioteca y allí comenzaron de nuevo una discusión. El reparto de
los principales personajes protagonistas de la obra era todo un
escollo que no les permitía avanzar.
Shikamaru
argumentaba que, para conseguir atraer al mayor número posible de
espectadores, había que poner a personas populares en papeles
importantes pero Akane estaba más por la labor de dar protagonismo a
quien demostrara más talento, fuera popular o no.
Para
la hora de la comida, Shikamaru podía decir, sin lugar a dudas, que
sentía que la cabeza le iba a estallar. Decidió quedarse en el aula
a comer, no soportaba la luz del sol y también se quedaron Sai,
Chouji y el grupo ya habitual de chicas: Akane, Ryuko, Jisei y
Sumire.
La
conversación terminó girando en torno a la obra de teatro que
Shikamaru y Akane habían decidido que representarían. Y de nuevo se
reanudó la discusión entre ambos, para los dos aquello era una
cuestión de orgullo. Shikamaru no quería que siempre terminase por
hacer lo que las mujeres quisiesen y aunque era muy molesto discutir,
tampoco iba a dejar que Akane se saliese con la suya. Y Akane no
podía permitir que aquel gandul, que nunca tenía interés por nada,
ahora, precisamente ahora, se pusiese tan gallito.
Shikamaru
se levantó de golpe.
—¿Dónde
vas? —preguntó Sumire.
—A
la enfermería, a ver si me dan algo para este dolor de cabeza, me
está matando.
Cuando
Shikamaru volvió al aula se encontró con que no había nadie. Pues
mejor, quizás la soledad le ayudase a calmar esa maldita migraña.
En
cuanto Shizune le vio entrar en la enfermería supo lo que le
ocurría, no era la primera vez que le pasaba, solo le preguntó
cuanto tiempo llevaba con ese dolor y le recriminó no acudir antes.
Shikamaru sufría migrañas de vez en cuando, con más frecuencia de
las que deseaba, era una herencia de familia, su padre solía decir
que era la forma en que la naturaleza equilibraba el mundo, era el
pago que tenía que soportar por tener un I.Q. superior a la media.
Pero
los dolores de cabeza le ponían de muy mal humor. Shikamaru era un
chico que pocas veces discutía con nadie, simplemente discutir era
demasiado trabajo. La única persona con la que se le solía ver
enfrascado en alguna discusión era Akane y por lo general era a ella
a la que se la veía enfadada, casi podía decirse que en realidad le
gustaba discutir con ella. Por lo general a Shikamaru le daba igual
que los demás se empeñasen en tener la razón pero con Akane no
podía evitar discutir, le encantaría oír a esa condenada cabezota
decir, aunque solo fuera por una vez, que él tenía razón.
De
vuelta al aula, Chouji no necesitó más que echar un vistazo a
Shikamaru para comprender lo que le pasaba. También era conocido por
todos como le cambiaba el carácter cuando sufría alguna migraña.
En esos momentos, el Shikamaru tranquilo que todos conocían solía
convertirse en una persona bastante borde y malhumorado. Con el ceño
fruncido y los ojos sin poder abrirlos del todo por el dolor, evitaba
cualquier conversación y era mejor no dirigirle la palabra, si lo
hacías te arriesgabas o bien a que no te contestase o que lo hiciese
soltando algún tipo de sarcasmo en el mejor de los casos, en el
peor, olvidaba las delicadezas.
Algo
le decía a Jisei que allí se iba a producir una tormenta, lo estaba
viendo, las auras de ninguno de los dos presagiaban nada bueno.
La
profesora de Literatura, Kurenai, entró en el aula. Después de los
habituales saludos, la profesora comenzó con su clase.
—Hoy
vamos a tratar un nuevo genero literario: el romanticismo.
—Suena
muy…. —Comenzó a decir Ino.
—¿Romántico?
—agregó burlona Temari.
—Si,
muy romántico —dijo Kurenai—. ¿Alguien sabe decir que es el
romanticismo exactamente?
Nadie
contestó, aunque se produjeron ciertos murmullos.
—Estoy
hablando de una forma de vida, de unos ideales. Tu mismo, Shikamaru
¿Qué sabes del romanticismo?
Shikamaru
la miró con verdadera desgana.
—El
Romanticismo, vale —habló después de dar un largo suspiro de
resignación—. Fue un movimiento que surgió en toda Europa durante
la primera mitad del siglo XIX, creo.
—No
era a lo que me refería, pero tienes razón ¿Te interesa el
romanticismo?
—Lord
Byron, Goethe, Bécquer, Víctor Hugo, Walter Scott, son algunos de
sus representantes. Me gustan sus obras.
—¿Tú
lees? — preguntó Kiba,
—¿Algún
problema?
—Entonces
—Continuó la profesora ignorando el último comentario—, sabrás
que caracteriza al romanticismo ¿no?
—Los
románticos se caracterizan por ser todos unos "emos", unos
moñas. Vivían siempre insatisfechos ante la vida y la sociedad,
eran tristes, tenían una tristeza que no tenía explicación, sin
motivo, deseaban algo distinto sin saber exactamente que es lo que
querían.
—¿Y
cómo sabes tanto? —preguntó esta vez Sumire.
—Yo
no sé nada, es lo que he leído.
—Pero
lo has explicado bastante bien —Prosiguió Kurenai—. Los
románticos no solo eran soñadores y ausentes que suspiraban y
carecían de fuerzas para cualquier cosa. No. El corazón del
romántico estaba lleno de ideales.
Kurenai
siguió hablando sobre los románticos, sobre sus ideales de
libertad, justicia, lo incomprendidos que se sentían, lo
decepcionados por el mundo, que eran intrépidos y amantes de
empresas desmesuradas, pesimistas, pálidos, con aire melancólico
pero también unos hombres llenos de atractivo y misterio, orgullosos
e indómitos.
Todo
esto dio comienzo a un entretenido coloquio sobre los románticos hoy
en día y sobre el amor.
—Shikamaru
—dijo la profesora—. Si has leído a Bécquer ¿podrías decir
cual es el tema principal de su poesía?
—Celos,
traición e indiferencia de su amada.
—¿Qué
opináis vosotros del amor?
—El
amor es algo maravilloso que te hace sentir viva —contestó
Sakura—, aunque a veces te duela.
—Es
un dulce dolor —añadió Ino—. Es lo que te da fuerzas para
enfrentarte a todo.
—¡Vaya
montón de mierda! —Soltó de pronto Akane y todas las miradas se
dirigieron a ella—. ¿He dicho mi pensamiento en voz alta? Lo
siento, no me he dado cuenta.
—A
ver Akane —habló Kurenai—, eso que has dicho es muy interesante.
—Ha
sido sin querer, se me ha escapado, lo que quería decir es que el
amor esta sobrevalorado.
—Ponte
en pie y ven aquí, a mi lado —Kurenai se apoyó en la mesa del
profesor, Akane se acercó—. A ver, silencio, ella tiene su
opinión, tiene derecho a dar su opinión ¿Tú no crees en el amor?
—Pues
no, no al menos a nuestra edad.
—¿Crees
que el amor tiene que tener edad?
—Lo
que creo es que aún somos muy jóvenes e inmaduros. El amor tiene
que ser algo profundo que solo puede nacer desde el conocimiento de
uno mismo.
—Muy
interesante ¿Alguien más está en contra del amor?… ¿no? Lo
siento, Akane, estás sola en tu postura ¿Por qué crees que no
piensan como tú?
—Porque
el enamoramiento es un festival de hormonas que se produce dentro de
nosotros, un montón de reacciones químicas en nuestro cerebro y no
lo digo yo, lo dicen científicos. A nuestra edad nos gusta un chico
y creemos estar enamorados pero es solo el efecto de nuestros sobre
estimulados sentidos, el amor tiene que ser algo más, algo… no se
como explicarme…
—Tu
teoría es curiosa y no creas, no te falta razón ¿Pero sabes lo que
le falla? El sentimiento, la chispa, la emoción, pasión… estar
enamorada.
—Es
normal, no estoy enamorada.
—En
esos momentos eres como un bicho raro ¿Eres consciente?
—Si,
pero es que no creo en el amor.
—¿Tenéis
algo que decirle? Ahora mismo vosotros representáis a los
románticos, con vuestros ideales y vuestras ensoñaciones y ella a
los realistas, los pragmáticos… intentad convencerla.
—Yo
quiero hacerle una pregunta —intervino Sasuke—. ¿Qué te hizo
pensar así?
—Es
una buena pregunta ¿Por qué piensas así?
—¿Cómo
que por qué? Porque es lo que creo.
—No
—habló Sasuke—. Has llegado a esa conclusión por algún motivo
¿Alguien te hizo daño?
—¿Te
refieres a si he tenido una mala experiencia?
—Si,
la ilusión es algo latente en nosotros, ahora estamos empezando a
conocer la amor y esas nuevas sensaciones, sin embargo tú las niegas
¿Qué te ha hecho daño?
—¿Quieres
saber si algún hecho me ha vuelto así?
—No.
Se que algún hecho te ha vuelto así, lo que quiero saber es qué te
hizo tanto daño.
—A
lo mejor —Interrumpió Shikamaru con tono sarcástico—, lo que
pasa es que simplemente no tiene corazón.
—Eso
es asunto mío.
—Quizás
si nos lo dijeras —habló Sakura—, podríamos comprenderlo y
quizás convencerte de lo contrario.
—¿Crees
que el amor siempre hace daño? —preguntó curioso Sai.
—No
es eso, lo que creo es que a nuestra edad no sabemos lo que es el
amor y nos hacemos daño nosotros mismos, nos ilusionamos y luego
pasa lo que pasa ¿Puedo ir ya a mi asiento?
—¿Tú
sabes lo que es la ilusión? —Volvió a interrumpir Shikamaru con
su voz sarcástica aunque esta vez también algo amarga—. ¿Tú
sabes lo que es poner tu ilusión en una relación y que de un
bofetón te la arrebaten?
—Yo
se lo que es confiar en una persona y de pronto descubrir que te ha
estado mintiendo —repuso Akane mirando ferozmente a Shikamaru.
—Pero
muchos hemos tenido desilusiones —opinó Naruto.
—Ya,
pues yo no lo llevé muy bien ¿sabes? Yo estaba muy ilusionada y me
dolió mucho, por eso no quiero volver a ilusionarme hasta que no
tenga madurez como para soportar otra traición.
—¿Crees
que te van a volver a traicionar? —Interrogó ahora Gaara.
—Ya
no me fío de nadie, ahora mismo no puedo creer en palabras bonitas.
—¿Qué
hiciste Shino? —Gritó Naruto.
Shino
no contestó, se limitó a girarse hacia Naruto.
—Shino
no fue, no saques conclusiones antes de tiempo.
—Perdona,
es que tampoco se te ha visto con muchos chicos.
—No
importa quien fue, era un chico, un chico normal, no tenía nada de
especial.
—Entonces
¿estuviste enamorada? —preguntó Sakura.
—Eso
es parte de mi vida privada.
—¿Te
da miedo responder? —De nuevo habló Shikamaru con tono burlón.
—¡Qué
sabrás tú! Si, estaba enamorada —El tono de voz de Akane subió
considerablemente—. como una verdadera imbécil. En mi vida he sido
tan débil y vulnerable, confiaba en él, tenía mucha ilusión,
creía en nuestra relación y en la primera ocasión que tuvo ni
siquiera dudó en traicionarme, en tirar mis ilusiones por el suelo y
pisotearlas.
—¿Y
por casualidad le has dejado explicarse? —replicó Shikamaru—. A
lo mejor tenía una excusa y tú no le dejaste hablar, que es lo que
haces siempre, encabezonarte en tus cosas y no querer escuchar,
habría que saber cual es su versión.
—¿Su
versión? ¿Su excusa? ¿Quieres saber cual era su excusa? Que era
imbécil, un niñato imbécil, un crío al que yo no le interesaba,
lo único que le importaban eran sus hormonas. Me gustaba, me gustaba
mucho y no me preguntéis que me gustaba porque no lo sé, solo sé
que le creí, que confiaba en él. Llevábamos… llevábamos casi un
mes viéndonos y compartiendo sueños y esperanzas en secreto, mis
sueños y mis esperanzas, casi un mes en el que me dejé engañar y
cuando decidimos compartir eso que teníamos con todo el mundo, en
ese momento, me dejó por otra chica, mayor, más guapa e interesante
¿Cuál crees que fue su excusa?
—¿Esa
fue la excusa que te dio? —Intervino Sasuke—. ¿Qué le gustaba
otra chica?
—No.
Si me hubiera dicho: "Akane, es mejor que no lo intentemos, lo
nuestro no va a funcionar porque me gustan otras chicas" yo se
lo hubiera agradecido, me habría dolido pero al final lo habría
comprendido. Él no, él siguió adelante como si nada. Unos días
antes de la que iba a ser nuestra primera cita "formal" una
chica le pidió salir y como él es imbécil, no se atrevió a
decirle que ya salía con otra, no querría ofenderla claro, o no
querría perderse esa oportunidad; el muy listillo quedó con ella el
mismo día que conmigo, también podía haber anulado nuestra cita,
pero no, lo único que hizo fue retrasarla, ya veis que listo,
primero veía a una y luego a la otra, todo un caballero.
—Sigo
diciendo —habló Shikamaru—, ¿le diste una oportunidad de
defenderse o le condenaste directamente como haces siempre? Si no
anuló vuestra cita seguramente sería porque quería salir contigo.
—Si
claro, después de estar con la otra ¡Que bonito! A eso se le llaman
cuernos, Shikamaru, eso es traicionar la confianza.
—Que
el chico fue algo imbécil es innegable —dijo Temari—, pero
quizás no supo como negarse, hay chicos demasiado considerados,
quizás la culpa no fue suya del todo, habría que ver también que
pasó con esa chica.
—No,
claro que si fue suya. Yo a la chica no le recrimino nada, ella no lo
sabía, así que no hacía nada malo en pedirle una cita. La culpa
fue de él, él tenía que haber elegido pero prefirió ofendernos a
las dos.
—Perdona
que te pregunte esto ¿pero cómo lo supiste?
—Eso
fue lo peor. Supe que había quedado con ella unos cuantos días
antes y esperé, esperé a que me dijera algo, incluso le dije que si
no estaba seguro pues no salíamos, que no pasaba nada, que
comprendía que se sintiese asustado o que quizás tenía otros
planes. Esperé aferrándome a una estúpida esperanza, hasta que…
Ya veis, eso es el amor a nuestra edad, me avergüenzo de haber sido
tan vulnerable, así que ahora pienso que el amor es un asco y no voy
a volver a sentirme vulnerable frente a un imbécil ¿Qué queréis?
Pienso que a nuestra edad lo único que hacemos es dejarnos llevar
por nuestros impulsos, jugamos a ser mayores pero somos unos críos.
—Mira
que eres problemática, no eres la única a la que han traicionado,
no creas que eres tan especial. A muchos nos han hecho daño, a mí
me han hecho daño, yo también estuve enamorado, yo también fue
débil y vulnerable, yo también tenía ilusiones y esperanzas
—Shikamaru miraba directo a los ojos de Akane—. ¡No sabes como
me entregué a esa relación! ¿Y que obtuve? Desconfianza. Vale,
puede que yo cometiera un error, era un crío, pero no se me dio la
oportunidad de justificarme, ni siquiera de pedir perdón ¿Sabes lo
que pasó? Acudí a buscarla, estaba deseando verla y decirle que
había descubierto lo que sentía en mi corazón, pero ella no
estaba, la busqué como un desesperado ¿Y dónde la encontré? En
nuestro lugar favorito y abrazando a otro chico. No me hables de
cuernos que yo los viví, los vi con mis propios ojos ¿Sabes lo que
sentí?
—¿Y
tú le pediste explicaciones a ella? Seguro que también la
condenaste sin querer ni oírla.
—Ella
no quiso hablarme. Si me hubiese dicho algo yo la habría escuchado,
hubiese creído cualquier cosa que me dijese porque yo creía en
ella, estaba loco por ella.
—Eso
es lo que dices ahora ¡habría que haberte visto en ese momento!
La
escena podía calificarse de violenta, violenta para el resto de la
clase que los observaban sin atreverse a decir ni una palabra. Ambos
se miraban a los ojos casi sin parpadear. El aire parecía haberse
helado a su alrededor.
—Las
mujeres sois todas iguales, caprichosas y orgullosas, pensáis que
sois las únicas capaces de ilusionarse y encima sois rencorosas, no
sois capaces de perdonar y olvidar. Yo también podría estar ahora
en contra del amor pero no lo estoy, daré al amor una nueva
oportunidad.
—No,
no somos capaces de olvidar ¿Y sabes por qué? Quiero recordar cada
sentimiento que tuve, quiero recordar el dolor que sentí, así, si
me vuelvo a enamorar lo recordaré y pondré freno, no volverá a
pasarme.
Akane
se giró y se dirigió a la puerta.
—¿Adónde
vas? —preguntó la profesora.
—Al
pasillo, supongo que después de esto estaré castigada.
Y
abandonó la clase.
Kurenai
miró a Shikamaru, más serio de lo habitual, con la vista fija en el
suelo. No estaba enfadada con ellos, solo molesta porque siempre
terminaban creando un ambiente rancio en la clase.
—Sal
también tú, Nara y procurad no seguir discutiendo.
Shikamaru
se dirigió a la puerta y salió.
—Bueno
—habló Kurenai—, después de esta experiencia tan intensa
¿Habéis sacado alguna conclusión?
—Que
Shikamaru y Akane nunca se pondrán nunca de acuerdo —comentó
Kankuro.
—Si
uno dice blanco el otro dirá negro —Se quejó Kiba.
—Son
dos formas de reaccionar ante una traición ¿no? —contestó
Sakura—. Se puede aceptar y tratar de seguir viviendo o dejar que
te condicione demasiado.
—Las
traiciones es lo peor que hay —afirmó Neji—. Pones tu confianza
en alguien y te falla haciéndote daño, a veces son difíciles de
perdonar.
—Supongo
que muchos de vosotros también de alguna manera, alguna vez, os
habéis sentido traicionados o al menos desilusionados ¿no? Bien,
tratar de recordar ese sentimiento, nos ayudará a comprender el tema
que estamos tratando.
No
era la primera vez que Akane tenía un cambio de opinión con
Shikamaru delante de toda la clase, era algo bastante habitual, lo
que no era tan habitual era ver a Shikamaru tan molesto. Pero la
mayoría de la clase no le dio más importancia, salvo para sus
amigos más íntimos, el resto pareció olvidarlo rápidamente.
…
Akane
miró a Shikamaru con desdén cuando le vio salir del aula y
colocarse a su lado.
—¿Qué
haces?
—Esto
es muy problemático pero también estoy castigado ¿Siempre tenemos
que montar estos espectáculos?
—Ah,
no sé, tu sabrás, eres tú el que se ha picado.
—Eres
tú la que ha empezado.
Hablaban
en voz baja, se suponía que estaban castigados. Guardaron unos
incómodos minutos de silencio.
—¿Por
qué no me dijiste que sabías lo de Temari?
—¿Yo?
¿Tenía que decírtelo yo?
—Yo
no quería hacerte daño.
—No,
solo querías pasártelo bien con las dos ¿no?
—Yo
no pretendía… yo… es inútil, no quieres entenderlo.
—Si
no hay nada que entender, una chica estupenda te pide una cita ¿Cómo
te vas a negar? No, no hables, no quiero oír tus absurdas
explicaciones.
—¿Y
crees que para mí fue fácil verte con Shino? ¿Qué le tenías? ¿En
el banquillo esperando a que yo fallara para sacarle al partido?
—Eres
un mezquino.
—Mendokusei,
recuerda que yo aquel día tuve dos traiciones, la tuya y la de un
amigo ¿sabes lo que yo sentí? ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Qué
querías? Que te dijera "se que has quedado con Temari". Se
supone que tenías que haberte negado a su cita, la mía era anterior
o al menos haber anulado la nuestra, ya que te importaba menos.
El
gesto furioso de Akane se trasformó momentáneamente en uno de
amargura y Shikamaru sintió una profunda tristeza,
—Te
lo hubiera explicado, las cosas no fueron como parecen.
—Mira
que te calles, que no te quiero oír, no quiero tus patéticas
excusas, además, el daño ya está hecho y se acabó, el pasado es
el pasado.
—Ahhhhh…
podías dejarlo en el pasado, pero no, tú no, tu no lo olvidarás
nunca.
—¡Que
no te quiero oír! ¡Que me dejes! Además ¿De qué te quejas? Yo no
te importo, te da igual lo que yo piense, nunca te he importado.
Shikamaru
quiso contestarla pero era consciente de que hablar con ella y tratar
de razonar era inútil. Se separó, fue a situarse al otro lado de la
puerta.
No
volvieron a dirigirse la palabra, un gran silencio les aprisionó.
Shikamaru sentía como decenas de palabras se agolpaban en su
garganta atragantándole. Necesitaba fumar. Daba igual que pasara
algún profesor, sacó un paquete de cigarrillos de uno de sus
bolsillos.
Akane
le miraba con desprecio, mira que le asqueaba aquel maldito vicio
¿Cómo podía ponerse a fumar tan tranquilo? Pero lo que peor
llevaba Akane era haber confesado en público que una vez los
sentimientos le hicieron vulnerable, maldita sea ¡qué bocazas había
sido! Shikamaru se había dado cuenta de todo, era como reconocer que
había sido débil frente a él. Ahora no quería ni recordar lo que
había dicho, había hablado sin pensar, llevaba por la rabia y
seguro que aquel vago sentía su ego hinchado ¡Qué rabia le daba!
Desde
que sucedieron aquellos acontecimientos, nunca, nunca había hablado
con él de ese tema, no quería oír nada de sus labios, no quería
darle explicaciones de nada, solo quería actuar como si nunca
hubiese sucedido nada, ella decidió que no le daría la satisfacción
de verla llorando, ni de reconocer el daño que le había hecho, para
ella entre los dos no había pasado nada.
Shikamaru
sentía una extraña sensación ambigua dentro de él. Por un lado
estaba realmente molesto ¿Por qué demonios era tan rencorosa? ¿Por
qué se negaba a hablar del tema? ¿Por qué no podía reconocer lo
que una vez tuvieron? Akane era realmente desesperante, no la
comprendía, ni quería hacerlo, era irracional, se suponía que las
cosas se solucionan hablando y que a las mujeres les gustaba hablarlo
todo ¿Por qué era tan imposible hablar con ella? Por otro lado,
sentía una gran amargura, podía comprenderla, podía comprender el
dolor que debió sentir y sabía que lo había causado él, se sentía
mal consigo mismo.
Quería
consolarla, había algo en sus ojos que le dañaba, ya no estaban ni
alegres, ni enfadados, ni furiosos, no soportaba verla así, hubiese
pasado entre ellos lo que hubiese pasado, ante todo era su amiga,
quería acercarse a consolarla, era un impulso que salía de algún
punto de su cuerpo, deseaba decirle que siempre estaba allí para lo
que necesitase… ¡Dios que problemático era todo!
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