jueves, 6 de febrero de 2020

07. AMIGOS

Jisei era una chica muy especial. La gente nunca la tomaba en serio con eso de las auras pero eso a ella no le importaba porque su instinto nunca le fallaba.
Para ella era normal ver las auras, siempre las había visto, por lo menos no recordaba un momento especial en el que de pronto las viera, los colores estaban allí y ya está, así que nunca se consideró especial, ni nada, lo que si le extrañó fue descubrir que el resto de las personas no las veía.
Al principio, cuando sus padres la escucharon decir aquello de que veía "los colores" de la gente, no le dieron la menor importancia, serían cosas de su imaginación, pero con el paso del tiempo la niña continuaba con el mismo tema, quizás no era cosa de su imaginación si no de algún problema en su vista. La llevaron al oftalmólogo pero por lo visto a sus ojos no le pasaba nada de nada así que la madre de Jisei terminó comentando esa peculiaridad de su hija a una de las madres del colegio que por lo visto era psicóloga.
La conclusión a la que los adultos llegaron fue que esa niña quizás poseía algún tipo de sinestesia, era algo raro pero no tanto, hay personas que dicen ver los colores de las canciones, o de las palabras, quizás algo así era lo que le sucedía.
Como era pequeña sus padres se quedaron contentos con esa explicación y Jisei aprendió, por las malas, que era mejor no ir contando por ahí lo que le pasaba, los otros niños no la creían y terminaban burlándose de ella. Durante años Jisei mantuvo en silencio su "peculiaridad", solo se lo contaba a sus amigos más íntimos hasta que tuvo la suficiente confianza en sí misma como para que le diera igual lo que otros pensasen, además si es que le daba igual, fuera algún tipo de sinestesia, algo mágico o un don paranormal, siempre acertaba, no había duda de que podía conocer el estado de ánimo de los demás.
Además, a veces Jisei tenía "esos sueños". Eran sueños extraños y en apariencia sin sentido pero Jisei sabía que su inconsciente le trataba de decir algo. La gente los suele llamar "premonitorios" pero para ella eran "avisos del subconsciente".
Jisei tenía esa sensibilidad especial, era consciente de que era capaz de percibir cosas que a los demás les pasaban desapercibidas. Eran pequeños y sutiles detalles, gestos, palabras sueltas, miradas o suspiros que normalmente ignoramos envueltos como estamos en voces, risas, ruidos, alegrías o penas del ambiente que nos rodea. Pero Jisei lo captaba todo, a veces sin darse cuenta y luego sus sueños le relataban historias, historias de sentimientos ocultos, historias que revelaban que estaba a punto de suceder algo.
A veces esos sueños eran claros y directos, como la vez que soñó que sus padres discutían, parecía algo absurdo, porque eran el matrimonio perfecto, pero no, algo había en el ambiente que hizo saltar la alarma de Jisei y efectivamente, semanas después, de improviso, comenzaron las discusiones. Y así con muchas cosas más, como la enfermedad de un familiar o el distanciamiento con una amiga. Otras veces los sueños eran más complicaos pero igualmente la ponían en sobre aviso.
La alarma del contestador despertó a Jisei cuando ese sueño parecía que iba a resolverse dejándola una sensación de frustración. Aunque despierta se quedó en la cama pensando que significaba aquello hasta que unos golpes en la puerta la hicieron levantarse de golpe.
...
—Buenos días, señora Nara —saludaba Chouji respetuosamente a la madre de Shikamaru que acababa de abrirle la puerta.
—Buenoz díaz, zeñora Nara —saludó también una niña pequeña que estaba agarrada de la mano de Chouji.
—Buenos días Chouji y Sayaka ¿Qué hacéis aquí tan temprano?
—Mi madre va a acompañar a mi abuelo al médico y yo tengo que llevar a Sayaka a la guardería ¿Está Shikamaru?
—Claro, pero pasad, pasad ¡Shikamaru, tienes visita! ¿Quieres una galleta, Sayaka?
—Zí, muchas graciaz, zeñora.
—Pues vamos a la cocina, preciosa.
Yoshino Nara, la madre de Shikamaru, ofreció su mano a la pequeña niña castaña de mofletes colorados que soltó a su hermano para agarrarla.
En la cocina estaba Shikamaru terminando de desayunar.
—Hola, Shikamaru.
—Hola, Zhika.
—Vamos, Shikamaru —apremió su madre—, vais a llegar tarde. Toma, bonita, una galleta de chocolate.
—¿Qué se dice, Sayaka?
—Muchaz gaciaz.
—¡Pero qué bonita que eres!
—¿Por qué has traído a tu hermana? —preguntó Shikamaru mirando como su madre mimaba a la niña.
—Tengo que llevarla a la guardería y pensé que podías acompañarme.
—Vais a llegar tarde —repetía la madre—, todo por culpa tuya, Shikamaru. Mejor llevo yo a Sayaka a la guardería.
—No querría molestarla, señora.
—No es molestia, yo la llevo, voy a ponerme los zapatos, no tardo —decía mientras salía de la cocina.
—Déjala, Chouji, está harta de hijos adolescentes, creo que echa de menos cuando mi hermana y yo éramos pequeños.
—Te quedas con la señora Nara, Sayaka, pórtate bien.
—Zí, me portaré muy bien.
Al cabo de unos minutos Shikamaru y Chouji emprendieron el camino hacia el instituto.
—Estás muy raro, Chouji ¿De veras te encuentras bien?
—Sí, claro ¿Por qué no iba a estar bien?
—Es porque no has dicho que vayamos por el camino por donde suele ir Ryuko.
—No siempre voy detrás de Ryuko.
—Uy que no.
—Bueno, es que tengo que darle un poco de espacio, no quiero que se sienta muy agobiada.
—Ya, por eso es por lo que digo que te pasa algo.
—Ryuko me gusta mucho pero hay cosas más importantes en la vida, como los amigos.
Chouji llevaba desde el día anterior pensando que a Shikamaru le pasaba algo, quizás era algo que le pasaba a Temari. Llevaba unos días como con mucho misterio, hablaban en secreto, claro que lo mismo sucedía con Ino, también ella y Shikamaru parecían tener algo que no querían compartir con los demás y eso le molestaba porque se suponía que Ino era amiga de los dos, siempre habían sido amigos ¿a qué venía ahora tanto secretismo?
Aunque Chouji casi se inclinaba más a pensar que lo que le pasaba a Shikamaru tenía que ver con Akane, con la cita que iba a tener con Sasuke y además estaba convencido de que él tenía también parte de culpa.
Shikamaru era un chico perezoso y desmotivado. Si por él fuera, dejaría pasar el tiempo lentamente sin hacer nada, pero era un gran amigo, su mejor amigo, la primera persona que le aceptó tal y como era. Sabía que nunca le iba a faltar su apoyo, gracias a su amistad pudo superar esos malditos años en los que se sentía un bicho raro, presa fácil de las burlas. Shikamaru siempre estaba allí, haciéndole comprender que tal y como era estaba bien y que los malos ratos al lado de alguien se pasan más rápido.
Ni que decir tiene que Chouji nunca tuvo éxito con las chicas. Cada vez que le gustaba alguna, esta solía salir casi huyendo de su lado, pero lo peor era cuando alguna decidía mofarse de él hasta la saciedad "¿tan patético soy?" solía preguntarse, y se juraba que iba a pasar de las chicas, ya estaba bien de hacer el ridículo, como decía su amigo "son todas unas problemáticas".
Lo malo es que en el corazón no se manda y un día una chica nueva apareció y le puso sus convenciones patas arriba. Nada más verla algo dentro de él le dijo: "es ella" Le gustó todo de ella, su cara redondita, sus ojos dorados, su pelo del color de la miel, como se sentaba, como evitaba sus ojos al saludar, sus silencios, su risa tímida, sus nervios cuando salía a la pizarra... todo, era todo.
Shikamaru —dijo un día—, creo que me he vuelto tonto.
—Sí, un poco tonto si estás.
—Se llama Ryuko ¿a qué es un nombre bonito?
—Parece buena chica y es bastante mona ¿Por qué no le pides salir?
—¿Salir? ¿Estás tonto? No, no podría resistir su rechazo.
—¿Y por qué sabes que te va a rechazar?
—Lo hará, seguro.
—Nunca lo sabrás si no se lo pides.
—Prefiero no saberlo.
—Al menos habla con ella, nunca podrá conocerte si no lo haces.
—¿Y qué le digo?
—No sé, improvisa
Pero no se atrevió a decirle nada. La casualidad quiso que un día de fiesta, mientras estaba sentado en un banco del parque con Shikamaru, tranquilamente dejando pasar las horas sin hacer otra cosa que comer patatas fritas y mirar las nubes, Ryuko y sus amigas fueran a sentarse en un banco cercano. Parecían divertirse bastante y sus risas rompían el silencio.
—Mendokusei... menudas escandalosas —Se quejó Shikamaru.
—Es ella.
 ¿Quién? Anda, si es la futura señora Akimichi con sus amigas, la pelo de zanahoria y la medio bruja.
Se llaman Kumoyuki y Kudo.
Lo sabes todo de ella ¿eh? Pues nada, aprovecha y ve a decirle algo.
No me atrevo.
¿Y te vas a quedar ahí mirándola con cara de tonto? ¡Ah, que aburrido es todo esto! —Se levantó con verdadera pereza—. Venga, vamos.
Pero, Shikamaru...
No creo que nos vaya a morder.
Y así fue como empezó todo.
Desde ese día comenzaron a juntarse con frecuencia con las chicas. Algunas veces Shino, que era muy amigo de Akane, se unía a ellos. Otras lo hacía Tenten, que se llevaba muy bien con Jisei por eso de que a ambas les gustaba "echar la buena fortuna" y también Kiba o Lee se agregaban de vez en cuando. Así, formaron un grupo curioso y agradable, el único inconveniente es que seguía sin atreverse a declararse a Ryuko, y eso que todo el mundo estaba al tanto de lo que pasaba.
Seguramente ella también lo sabía pero no decía nada, por lo menos no se burlaba de él, no, claro que no, ella nunca haría eso, ella era una chica especial y maravillosa, entonces ¿Por qué no le decía sus sentimientos? Era imposible, el pánico le inmovilizaba y lo que era peor, se le ocurrían absurdos pretextos para no hacerlo.
El primer pretexto que puso fue que no le era simpático a Ryuko. Al principio de empezar a salir todos juntos estaba completamente convencido de que a Ryuko no le caía nada bien, ni él, ni Shikamaru. La chica intentaba disimularlo pero como él la observaba continuamente se daba cuenta de lo incómoda que se sentía con ellos.
Llegó a deprimirse porque no sabía que hacer para caerle bien y fue peor cuando empezó a notar cierta química entre Shikamaru y Akane. Ellos dos congeniaron enseguida, aunque discutían continuamente lo hacían de una forma distendida, Akane era muy competitiva, siempre quería ganar y tener la razón y a Shikamaru le divertía llevarle la contraria pero terminaban diciendo cualquier cosa sin sentido y riendo.
—Shika —dijo un día mientras comían—. ¿Cuándo vas a pedirle una cita a Akane?
—¿Voy a pedirle una cita a Akane? —replicó sin mucho interés.
—No sé, parece que te gusta.
—Comenzar a salir ahora con una chica me da bastante pereza, la verdad y más aún con Akane, sería una situación muy problemática.
—¿Por qué?
—Porque a ti te gusta Ryuko.
—No sé qué tiene que ver eso contigo.
—Eres mi amigo. No voy a salir con la amiga de la chica que te gusta y dejarte tirado.
—Ah, entiendo, si vosotros salieseis juntos yo no saldría con las chicas porque le caigo mal a Ryuko.
—¿Qué? Tío, me he perdido.
—Digo que si salieseis pues saldríais solos, al menos algunas veces y yo no iba a quedar con Jisei y Ryuko, sería extraño.
—Yo no me refería a eso pero también es una buena excusa, aunque no sé por qué dices que no le caes bien a Ryuko.
—Porque lo sé, lo veo, no le caigo bien.
—No es que no le caigas bien, es que no te conoce y a eso me refiero. Si yo le pidiese una cita a Akane seguramente Ryuko pensaría que estamos con ellas porque a mí me gusta Akane, cosa que creo que ya piensa.
—¿Crees que le caigo mal porque piensa que a ti te gusta Akane?
—Pues claro. Piensa que a mí me gusta Akane y a ti Jisei y que por eso vamos con ellas.
—¡Pero como puede pensar que a mí me gusta Jisei!
—No sé si te has dado cuenta pero Ryuko es tan insegura como tú, creo que físicamente se cree inferior a sus amigas.
—¡Pero qué tontería es esa! Ella es preciosa y perfecta.
—Sí, para ti así es pero ella creo que no lo ve de esa forma. Me imagino que Akane debe llamar mucho la atención con esa cabeza naranja y esos pechotes y Jisei es muy guapa y elegante, no lo niegues, es muy guapa. Estoy seguro de que la mayoría de los chicos que se acercan a ellas lo hacen por Jisei o los pechos de Akane, es más, estoy convencido de que piensa que nosotros también.
—¿Crees que piensa que nos hemos hecho amigos suyos por sus amigas?
—Seguro ¿No te has dado cuenta de lo desconfiada que es con nosotros?
—Yo solo pensé que le caía mal.
—No le caemos bien del todo por esa razón y por eso no puedo pedirle una cita a Akane, no al menos hasta que confíe en nosotros. Además, Akane me rechazaría, seguro.
—Tú también tienes miedo al rechazo.
—No, el rechazo me da igual. Mira, Chouji, Ryuko tiene que conocerte, ver lo buena persona que eres y darse cuenta de que no salimos con ellas porque queramos ligarnos a sus amigas y menos aún que yo quiera separarla de Akane, por si no te has dado cuenta Ryuko está muy unida a ella, además si luego tu por fin te decides a pedirle salir lo mismo piensa que lo haces por... no sé, por consolación, porque no te atreves a pedírselo a Jisei o yo que sé, las mujeres son muy retorcidas.
—No, si te entiendo, como somos amigos puede pensar que lo hago para que salgamos los cuatro —Chouji resopló—. ¿Tú crees que algún día puedo llegar a gustarle?
—Pues claro, solo tiene que conocerte. Tienes tantas posibilidades como cualquier otro, plantéate una buena estrategia, no te rindas y sobre todo confía en ti mismo.
—De todas formas, si te interesa Akane deberías pedirle una cita, me sentiría fatal pensando que por mi culpa no sales con la chica que te gusta.
—Ya te he dicho que de momento no voy a pedirle ninguna cita, estamos bien así, además también tenemos que conocernos más. Pero si te sientes mejor, cuando Ryuko deje de estar tan a la defensiva con nosotros, si aún sigue gustándome Akane, te prometo que le diré algo.
Ahora todo lo veía claro, todo encajaba. A Shikamaru le gustaba Akane y estaba celoso porque iba a salir con Kamui. Como siempre decía Shikamaru solo había que analizarlo, si te parabas a mirarlo se veía todo muy claro, por eso actuaba de esa forma tan arisca, no era porque le molestase ser el director de la representación, lo que le molestaba era que Akane saliese con el chico más popular del instituto.
Durante estos dos años Shikamaru había mantenido su palabra, no había pedido salir a Akane, incluso cuando hubo un momento en el que parecía inevitable y como Ryuko ya confiaba en él, Chouji dio por sentado que saldrían. Estaban realmente muy unidos, siempre mirándose y sonriéndose, Shikamaru no disimulaba ya lo que le interesaba Akane pero de repente, hace un año, todo se enfrió y comenzaron esas continuas discusiones que ya no eran simpáticas y terminaban en risas, ahora eran discusiones amargas ¿Qué fue lo que pasó entre ellos?
Fuera lo que fuese, Chouji cada vez estaba más convencido de que él tenía bastante culpa en todo eso. Había sido por su culpa, si no completa, si en una gran parte y ya sabía lo que tenía que hacer, no sabía bien como, pero tenía que arreglar aquello.
...
Al llegar al aula se encontraron con bastante barullo. La mayoría ya había llegado, Naruto, Kiba, Ino, Sakura y Lee parecían acosar a Akane para que les hiciese caso, al parecer todos tenían unas ideas estupendas sobre la obra que debían representar.
—Deberías hacer algo, Nara —escuchó decir con gravedad a Sasuke—, tú eres el otro director ¿no?
—Mendokusei... ella sabe cómo manejarlos.
Ino se percató de la presencia de Shikamaru y se acercó a él con una gran sonrisa en los labios.
—Hola, Shika ¿cómo estás?
Shikamaru frunció el ceño, conocía bastante a Ino y por su actitud sabía que iba a pedirle algo.
—Tú sabes que yo siempre te he considerado uno de mis mejores amigos ¿verdad? —dijo sentándose en la mesa del chico.
Temari, que llevaba un rato observando a sus compañeros acosar a Akane, también se acercó a Shikamaru.
—Ino, monina, baja tu enorme trasero y compórtate como una señorita.
Shikamaru frunció aún más el ceño.
—Esto sí que va a ser problemático —murmuró mientras Ino y Temari se miraban desafiantes.
—Chicas, relajaos un poco —intervino Chouji.
—¡Tú no te metas! —bufó Ino.
—Mirad —habló Shikamaru—, creo que voy a nombrar a Chouji mi secretario personal, hablad con él y olvidaos de mí
—¡Tú no puedes hacer eso, Bambi! —gruñó de improviso Akane
—¿Me estás vigilando, calabacita? Ya sé que ocupo tu atención pero deberías hacer caso a lo que te están diciendo.
—Eres un estúpido.
—Pero Akane tiene razón —intervino Sakura—, tenéis que decidir las cosas juntos.
—Es algo mío, un problema personal mío.
—Un problema de tu idiotez, por supuesto —Volvió a gruñir Akane.
—Que tú te organices muy bien y no necesites ayuda no quiere decir que los demás seamos igual.
—No, por supuesto, la prueba eres tú
—Vale, vale —habló Temari—. Tiempo, vamos a dejarlo ya ¿ok? ¿Ves la que has organizado, rubita?
—¿Yo? Creo que ha sido tu envidia la que ha empezado todo.
Akane, a la cual Kiba y Naruto continuaban atosigando, se levantó y se dirigió a la mesa del profesor.
—A ver ¡Escuchadme todos! —gritó dando un golpe seco.
Todos la miraron.
—A ver, como podéis suponer, si Shikamaru, ni yo, tenemos idea de la obra que representaremos y menos aún de lo que haréis cada uno, así que, si a mi "socio" no le parece mal, propongo que cada uno escribáis en una hoja que es lo que os gustaría hacer, cual es, según vosotros, vuestro talento y la obra que creéis es la más apropiada para representar y en lo que queréis participar.
—Perdona, Akane —habló tímidamente Hinata—. Esto va a ser muy engorroso para vosotros, deberéis tomar muchas decisiones y creo que necesitaríais una especie de ayudante o algo así para eso, para ayudaros a organizaros.
—No es mala idea.
—Pero tu sola no lo puedes decidir —habló burlón Shikamaru.
Akane estaba a punto de soltar una barbaridad ¿cómo se las apañaba ese chico para decir siempre la frase perfecta para sacarla de sus casillas? Respiró hondo y trató de no dejarse llevar por el mal humor que Shikamaru le despertaba.
—Tienes razón, Shikamaru. Pero creo que un ayudante no nos vendría mal, piensa en tooodas la decisiones que debemos tomar, obra, actores, escenario, maquillaje, vestuario y en toooodas las personas que tendremos que dirigir, organizar y ...
—Vale, vale, me has convencido, es más ¡creo que la necesitamos ya! ¿Alguien se ofrece voluntario? ¿Nadie? ¿También vamos a tener que decidirlo nosotros?
—Yo me ofrezco —habló Sasuke produciendo que los demás comenzaron a cuchichear entre ellos—. Soy organizado y responsable.
—No sé —opinó Shikamaru—, yo había pensado en Chouji...
—¿En mí?
—¿Por qué Chouji?
—Me conoce desde hace años y conoce mis manías, formamos un buen equipo.
—Pensar en que es mucho trabajo —aseveró Neji—. Sin contar que habrá que buscar los materiales del decorado, comprar telas...
Shikamaru se dejó escurrir un poco en la silla.
—¡Menudo rollo! Esto es una verdadera lata.
—Buenos días, chicos —saludó al entrar el profesor.
—Buenos días, Asuma-sensei —contestó Neji poniéndose en pie—. Siento no haber estado atento.
—No pasa nada, Neji. Venga, cada uno a su sitio.
—Asuma-sensei —habló grave Neji—, por favor, el cigarro.
Asuma era muy alto, moreno y casi siempre se le podía ver con un cigarrillo entre los labios, aunque estuviera apagado, como en ese instante.
—Sí, claro. Veo que estabais discutiendo sobre la sanción.
—Decidíamos si los directores necesitaban un ayudante o no —contestó Lee.
—Sin duda que lo necesitareis, pero pensar bien en quien hará ese trabajo. Recordad que todos debéis aportar al trabajo de forma equitativa, quien sea ayudante no podrá actuar, no al menos ser uno de los protagonistas, quiero decir que lo tengáis en cuenta.
—Creo que tengo una idea —intervino Akane—, si a mí "socio" no la parece mal. Escribid vuestras preferencias sobre lo que queréis hacer y también las ideas que tengáis en un folio y nos las dais a Shikamaru y a mí. Nosotros intentaremos valorar las propuestas.
—Si necesitáis ayuda podéis pedir consejo a los profesores. Aunque tengáis que tomar vosotros las decisiones algunos estamos dispuestos a aconsejaros, pero eso sí, tenéis que venir con ideas.
Desde su asiento, Jisei, que no había opinado nada aunque tenía mucho que decir, observaba las auras de Shikamaru y Sasuke descubriendo, con algo de pena, como iba a ser el final de su sueño.
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Disclaimer especial: El personaje de Sayaka no me pertenece, ni tampoco es de Kishimoto. Fue creado por Eva Nieto para una historia y me ha dado permiso para utilizarlo.

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