Si en la clase de 2-2 había una chica de fuerte personalidad, altiva y orgullosa de ser una mujer, esa era, sin duda Temari.
Temari era la mayor de toda la clase, y no solo por su edad sino por madurez.
Ella había madurado muy deprisa. No había tenido otro remedio.
Cuando eres huérfana de madre, tu padre cae presa de una paranoia persecutoria y tu hermano pequeño prácticamente enloquece, no te queda más remedio que madurar.
Temari no le tiene miedo a nada, solo a perder a sus hermanos, su única familia.
Temari es fuerte y valiente.
Temari es hermosa. Temari es indomable. Admirada, odiada y deseada. No pasa fácilmente desapercibida, para bien o para mal, la gente suele fijarse en ella.
Y ella lo sabe. Ya está acostumbrada. Y le da igual. A ella, lo que la gente opine le da igual.
Camina de vuelta a casa al lado de Neji, detrás de ellos van Gaara y Hinata. Nadie habla. Ni su hermano, ni los primos Hyuuga son de mucho hablar, pero nadie está incómodo, ellos son así, gente de pocas palabras.
Cuando estás en buena compañía no hace falta hablar mucho para estar cómodo.
Hace dos años que llegó a Konoha. Se trasladaron porque decían que aquí estaba una de las mejores psicólogas: Kushina Namikaze. Y ellos se merecían lo mejor, sobre todo Gaara.
Gaara había sufrido mucho en su infancia. Cuando él nació murió su madre y su padre se volvió loco, no metafóricamente hablando, no, loco de verdad. Para aquel hombre, el niño recién nacido era el culpable de la muerte de su querida esposa, así que aquel niño era un monstruo, un ser maldito, el hijo del demonio... sus alucinaciones y paranoias no podían ser más absurdas y no podían hacer más daño.
Temari vivía atemorizada, por su padre y por Gaara. Gaara solo era un niño, un niño que no tenía culpa de nada, no entendía nada, solo sabía que nadie le quería, que su padre le despreciaba y evitaba estar a su lado, le retenía en casa, no le dejaba salir ni relacionarse con nadie. No conocía a nadie, salvo a sus hermanos, su tío y los criados que trabajaban en la casa. Todo el mundo le temía y al final terminó por creerse que realmente era un monstruo; la rabia y el miedo le hicieron explotar, y fue entonces cuando Temari comenzó a sentir miedo de él. Gaara se convirtió en un pequeño déspota, cruel y caprichoso.
Ahora, que todo había acabado, la gente se compadecía de Gaara, reconocían lo mal que lo pasó y el trauma que todo aquello provocó en su vida, pero pocos se acuerdan de ella o de su hermano Kankuro. Y ellos también sufrieron.
Cuando murió su padre, su pesadilla acabó, pero permanecieron las secuelas porque no es fácil ser la hija de un hombre con esquizofrenia, ni la hermana de un niño tan cruelmente tratado. Por eso, tanto ella como Kankuro, también necesitaron de mucho asesoramiento psicológico.
Se trasladaron a Konoha iniciando una nueva vida como familia bajo la supervisión de un tutor legal.
Ella y Kankuro perdieron un año de curso escolar, pero mereció la pena.
Durante ese año, poco a poco fueron conociéndose, eran hermanos pero apenas si sabían nada de Gaara. También conocieron a Naruto, el hijo de la psicóloga que le ayudó. Naruto fue el primer amigo que tuvo Gaara, la primera persona que le comprendió y que le aceptó. Gracias a él comenzó a integrarse en la sociedad y a relajar ese mal carácter suyo.
El primer amigo que ella tuvo fue Shikamaru, el genio de más de 200 de I.C. Durante unos campeonatos escolares fueron invitados a participar para que vieran como iba a ser su futuro instituto, Temari participó en varias pruebas, una de ellas eran unos juegos de estrategia y su oponente fue Shikamaru. Era un crio extraño que se quejaba continuamente de las mujeres y que no parecía tener ni el más mínimo interés por participar en nada, eso sí, tampoco quería perder frente a una chica.
A Temari le parecía un niñato quejica y holgazán y al final ella ganó el juego pero fue porque él se rindió y antes de hacerlo ya se había encargado que demostrar que era mejor que ella. Era un niño, un crío ¿en que cabeza cabía que iba a fijarse en él? Desde luego en la suya yo, sin embargo, al comenzar el curso volvieron a encontrarse en la misma clase y alguien comenzó a decir que hacían buena pareja.
Así pasaron un año, al siguiente, tuvieron que hacer un proyecto de ciencias juntos y así fue como comenzaron a conocerse y a hacerse más amigos. Pero él seguía siendo un crío para ella y a ella no le interesaban los críos, aun así un día le pidió una cita, por curiosidad, se sentía muy cómoda a su lado y pensó que quizás el chico se merecía una oportunidad, que era más maduro de lo que parecía... No podía estar más equivocada, sobre todo porque demostró que solo tenía 16 años y metió la pata a más no poder. No fue culpa de él, no tenía mala intención, solo quería ser amable, el problema era que... era un crío.
No obstante, de aquella experiencia sacó algo bueno: un gran amigo. Quizás en un futuro, cuando sean más mayores, más maduros, quizás Shikamaru sea un hombre muy a tener en cuenta, quizás entonces se arrepienta de no haber aprovechado la oportunidad, quizás entonces se plantee tener una relación con él, pero lo que es ahora, no, ahora sigue siendo muy joven para ella, aunque tiene que reconocer que en éste último año ha madurado bastante y ahora... que no, además... la cabeza y el corazón de Shikamaru están ocupados y por mucho que insistan ciertas personas, ahora, Shikamaru solo podía ser su amigo y solo así podía verle.
A ella le interesaban otros chicos, más maduros y si son mayores que ella mejor. Solo tiene una excepción: Neji Hyuuga, claro que Neji es muy distinto a los de su edad.
Conoció a Neji durante las terapias de grupo que la psicóloga les obligaba a realizar. A él y a su prima Hinata. Tampoco la vida de Neji había sido fácil. Estaba lleno de rencor y resentimiento y cuando compartes tus fantasmas personales y traumas con otras personas y escuchas los suyos, al final, termina por crearse un vínculo entre vosotros. Eso es lo que le pasaba con Neji, habían sido muchas horas compartiendo recuerdos dolorosos, escuchando como se desahogaba y desahogándose en su presencia.
Neji y Hinata habían sido un gran apoyo para ella y sus hermanos, al igual que ellos lo habían sido para los Hyuuga.
A Temari le gustaban los hombres más mayores. Era lógico, tenía 18 años ¿por qué iba a fijarse en alguien más pequeño habiendo lo que había por ahí?
¿Y que había? Había un hombre joven de 21 años, un hombre muy atractivo y no solo físicamente, que lo era, sino también le atraían otras cosas de él. Le atraían demasiado, era como la luz que atrae a las polillas, ella no podía negarse y sabía que aquello terminaría por hacerla daño.
Le gustaba cuando la miraba con aquellos ojos penetrantes y misteriosos. Le gustaba su pelo negro y lacio y le gustaba soltarle la coleta en la que solía recogérselo y enredar sus dedos entre sus finos cabellos.
Le gustaba porque era misterioso y parecía frío e insensible y sin embargo ella sabía que no lo era. Solo ella conocía como ardía su corazón. Ella conocía la pena que le torturaba por dentro. Ella conocía las razones para mostrarse tan frío.
Su nombre: Itachi... Itachi Uchiha.
El gran genio Uchiha.
El traidor Uchiha.
El hermano al que Sasuke se empeñaba en superar.
El mismo que destrozó la familia de Sasuke. El mismo que le defraudó.
Y a Temari le atraía.
Itachi no era bien visto entre sus amigos. No quería ni imaginar lo que diría Naruto si supiese...
Pero Temari no lo podía evitar. Quería hacerlo, quería olvidarlo todo, pero no podía.
Antes de llegar a su casa le vio. Estaba sentado en un banco del parque, medio escondido entre las sombras. Temari se despidió de sus amigos. Tenía que acercarse a él. Sabía que la esperaba a ella. Puso una excusa algo tonta para separarse.
Se acercó con paso tembloroso hacía el banco donde lo había visto. No estaba. Se preguntaba si había sido una alucinación suya, si no estaba obsesionándose, cuando sintió un cuerpo pegado a su espalda, unos brazos que la rodeaban y un aliento en su cuello.
—Te he echado de menos —susurró Itachi.
—Itachi... no... esto no está bien
—¿Por qué?
—Suéltame... esto no es sano.
Los labios de Itachi recorrían su cuello con suaves besos.
—No, Itachi, no... Esto tiene que acabar.
Itachi la giró bruscamente.
—Dime que no te gusto, dime que no me deseas.
—Itachi... por favor.
Temari respiró hondo, tomó fuerzas y separó a Itachi de ella.
—¡No podemos seguir así!
—¿Por qué? No veo el problema.
—¡Esto no está bien!
—¿Quién lo dice?
—Lo digo yo, tenemos que acabar con esta historia.
—¿Por qué? ¿Estamos haciendo daño a alguien? Somos un hombre y una mujer jóvenes que se gustan y se desean, que se necesitan. Tú me necesitas a mí tanto como yo a ti, y lo sabes. Ninguno de tus amigos te comprende como yo, ninguno es capaz de...
—Esta relación es como un veneno —interrumpió muy decidida—. La mantenemos escondida y nos está matando.
—La mantenemos escondida porque tú quieres, porque no quieres que se sepa, porque tienes miedo del rechazo de todo el mundo, al final, la dura Temari no es más que una niña asustada después de haber hecho una travesura.
Itachi la empujó con su propio cuerpo contra un árbol y se pegó a ella.
—Me deseas tanto como yo a ti.
Sería ridículo negarlo.
Itachi ejercía sobre ella una atracción malsana.
Desde el primer beso que le dio.
Fue durante la fiesta de Nochebuena.
Temari siempre había tratado con confianza a Itachi. Le conocía del club social donde iban a menudo. A pesar de que no le caía bien a nadie de los que ella conocía, a pesar de las cosas que había oído de él y a pesar de la gente con la que se le solía ver. Durante aquella fiesta él resultó amable y encantador, sería que era Navidad, que el ambiente era agradable, que quizás bebió lo que no debía, pero se sentía en una nube. Se encontraron y estuvieron charlando sobre muchas cosas, nunca había hablado tanto con él, nunca le había visto tan charlatán, sería que él también se dejaba llevar por ese ambiente... era tan atractivo... cuando se quiso dar cuenta estaba besándole y no podía dejar de hacerlo.
Fue un gran error, pero ya estaba hecho.
Y ahora no sabía cómo huir de la atracción que ejercía sobre ella.
Lo que tampoco sabía es que a Itachi le pasaba lo mismo. Aquella chica le nublaba completamente la razón. El, que siempre se caracterizaba por su frialdad y comportarse de forma impasible, cuando estaba cerca de ella sentía como se derretía poco a poco.
Y es que era tan distinta al resto de las mujeres que conocía...
Y es que él era tan distinto al resto de sus amigos...
...
A pesar de que no estaba sancionada, ni tenía ni idea de que iba aquello, Sumire se quedó al terminar las clases a la reunión que, tanto sus compañeros de 2-2, como los de 2-1, tenían con la directora.
Como era de suponer tampoco se enteró de nada, salvo que en la otra clase había muchos alumnos nuevos que no recordaba conocer, algunos bien guapos, el que más le llamó la atención era un chico rubio de ojos azules y peinado con una coleta alta, aunque parte de su pelo caía sobre su cara, la verdad es que se parecía un poco a Ino ¿o es que era una chica? Sumire empezaba a pensarlo y a dudar si era chico o chica.
Ese pensamiento la mantuvo entretenida casi todo el tiempo que duró la charla de Tsunade, la directora.
Al terminar, Ino y Sakura la invitaron a hacer el camino de vuelta a casa con ellas pero también irían con Sasuke, Naruto, Hinata y ese chico nuevo tan guapo que le habían presentado y ahora no recordaba su nombre. Le pareció que Sasuke atraía demasiado la atención de Ino, Sakura, incluso Naruto, que Hinata estaba muy pendiente de Naruto y el chico nuevo de Hinata, o sea, que no la iban a explicar de qué iba todo ese tema de la sanción, así que decidió ir con Tenten, que se había unido a Jisei, Ryuko y Akane.
—¡Chouji! —exclamó Sumire dando un saltito al comprobar que detrás de ellas iban Chouji, Shikamaru, Kiba, Shino y otro chico nuevo, hmmm... Kankuro, ahora se acordaba del nombre porque se parecía a "canguro".
Chouji hizo un gesto con la mano a Sumire.
—Una cosa —dijo Kiba—. ¿Por qué vamos siguiendo a las chicas?
—No las vamos siguiendo —contestó Shino—, vamos como casi siempre, con ellas.
—Ya, ya, pero vamos por detrás.
—Eso es porque no queremos interrumpirlas —habló Shikamaru—, parece que tienen mucho que contarse.
—La chica nueva es muy simpática y alegre —opinó Kankuro—. ¿Vosotros la conocéis hace mucho?
—Pues creo que desde la guardería —contestó Chouji.
—En la guardería Chouji y ella eran novios —añadió Shikamaru—. Se puede decir que fue la primera novia de Chouji.
—Y la única —rio Chouji—. Se pasaba el día pellizcándome los mofletes, a veces era un poco pesada.
—Pero también te llevaba caramelos.
—Ah, eso sí, todos los días me llevaba caramelos, qué tiempos aquellos.
Mientras Sumire hablaba en voz baja, como contando un secreto.
—Creo que nos están siguiendo.
—No, que va —decía Tenten—, es que vienen con nosotras.
—Pues parece que nos siguen.
—Chouji siempre va por el mismo camino que vaya Ryuko —sonreía Akane—. No te preocupes, son inofensivos.
—¿Estás saliendo con Chouji? —preguntó a Ryuko abriendo mucho los ojos.
—No, no, que va. No les hagas caso, son unas exageradas.
—No están saliendo porque ninguno de los dos se decide a pedírselo al otro —habló Akane—. Los dos son unos lentos.
—¡Hala! ¿Te gusta Chouji?
—Bueno... —Comenzó a hablar Ryuko.
—Si le gusta, si le gusta —interrumpió Tenten—, pero son unos pesados. No me mires así, Ryu, todo el mundo sabe que te gusta y que tú le gustas a él.
—¿Y por qué no le pides salir? ¿Es por qué te da vergüenza? Te entiendo, a mí también me daría vergüenza ¿A que no sabes una cosa? Cuando yo iba a la guardería decía que Chouji era mi novio, es que era taaaaaan mono, tenía unos mofletes que daban ganas de mordérselos, era como un osito de peluche.
—Ten cuidado, Ryu —advirtió Akane—, mira que lo mismo te lo quita.
—Noooo —dijo Sumire asombrada—, yo nunca le robaría el chico a una amiga. No te preocupes, Ryuko, aunque Chouji sigue pareciéndome adorable no te lo voy a quitar ¿Les podemos decir que se acerquen? Es que me da no sé qué, me pone nerviosa porque parece que nos siguen.
—¿Y si nos sentamos en un banco? —propuso Tenten—. ¿O tenéis mucha prisa por ir a casa?
—Yo tengo un poco de prisa —habló Akane.
—Bueno, claro, tu siempre ¡Eh, chicos! Vamos a sentarnos en ese banco.
—Yo me tengo ir, de veras —repitió Akane—, ya me he retrasado mucho con la charla de Tsunade.
—¡Que pesada que eres!
—Vale, que sí, que nos vemos mañana.
—Espera, voy contigo —dijo Shino.
—Yo también tengo que irme —habló Kiba—. Es que luego tengo entrenamiento de futbol y quiero hacer antes los deberes. Nos vemos mañana, chicos.
—Akane ha cambiado un montón —reflexionó Sumire mientras la veía alejarse con Shino y Kiba—, al principio hasta he dudado si era ella, pero eso sí, la cabeza sigue teniéndola naranja.
—Y el mal genio también es el mismo —añadió Shikamaru.
—Y a ti te ha tocado co-dirigir la función con ella —Parecía burlarse Chouji.
—Mendokusei... no me lo recuerdes.
—¡Es verdad! —exclamó Sumire—. ¿Qué es eso de que sois directores? ¿Directores de qué?
—De la función que tenemos que organizar para fin de curso —explicó Jisei.
—Ya lo dijo Anko-sensei.
—Ya, pero es que yo a Anko-sensei no la he hecho mucho caso, intenté hacerle caso pero como no me enteraba de nada pues me distraje con mis cosas.
—No cambiarás nunca, desastre —comentó riendo Tenten.
—¿Y por qué has venido a la charla de la directora entonces? —preguntó Kankuro.
—Por no volverme a casa sola. Oye, es cierto, cuanta gente nueva había ¿verdad? Yo creo que no conocía a casi nadie.
—Son varios de los alumnos que trasladaron de la academia de Orochimaru —respondió Tenten.
—¿Qué academia de Orochimaru? ¿Aquella a la que iba a ir Sasuke?
—Siiii, ya te lo conté. La academia cerró y la mayoría de los alumnos se trasladaron a nuestro instituto ¿No te acuerdas?
—¡Ah, ya! Es que a veces necesito olvidar datos para hacer hueco a los nuevos, no tengo mucho espacio en mi memoria.
Todos rieron ante la ocurrencia de Sumire.
—¿Tu vienes de esa academia? —preguntó a Kankuro.
—No, yo no soy de esa academia. Mis hermanos y yo somos de Suna.
—Tu hermano es ese tan guapo de ojos verdes ¿Cómo se llama?
—Gaara.
—Eso, Gaara y tu hermana es la chica guapa de las coletas.
—Temari. Somos una familia atractiva.
—Kankuro, que te estoy viendo... —advirtió Jisei.
—Ahora no he dicho nada malo, bruja.
—¿Cómo es que estáis los tres hermanos en la misma clase?
—Temari y yo somos mellizos y bueno, por problemas familiares perdimos un curso.
—Ah ¿Y qué es lo que pasó el año pasado para que os hayan sancionado?
—Fue una cuestión de... en fin, una serie de malditas coincidencias —afirmó Jisei.
—¿Pero que habéis hecho para que os sancionen? ¿Y cuál es la sanción?
—Pues se puede resumir en que nunca nos hemos llevado bien con los de la academia —respondió Tenten—. Ya nos llevábamos mal antes de que se trasladasen aquí, eran nuestros "rivales".
—Así que cuando se trasladaron nuestra competencia aumentó —continuó Ryuko—. Había un grupo de ellos que se creían superiores a nosotros, más que nada porque su llegada supuso una gran ayuda económica para el instituto.
—El caso es que entre unas cosas y otras varios de ellos y un grupo de nosotros pues ¿cómo decirlo? No se entendían y las cosas se pusieron un poquito tensas.
—Fue un cúmulo de circunstancias —agregó Jisei—. No solo que algunos de ellos no se integrasen o que algunos de nosotros no aceptasen a todos, fueron muchas cosas las que confluyeron en un echo inesperado y agotó la paciencia de los profesores.
—Quemamos el gimnasio —aclaró de forma rotunda Kankuro, las cosas había que decirlas como eran.
—¿Qué quemasteis el gimnasio? —gritó estupefacta Sumire.
—No seas tan exagerado —le reprochó Ryuko—. Solo fue un pequeño incendio, se quemaron dos mesas y nadie resultó herido.
—¡Ala! ¿Sí? ¿Y cómo pasó?
—Es algo muy difícil de explicar —continuó hablando Ryuko—. Fue durante la exposición de ciencias del curso pasado, alguien empezó a discutir y otros se metieron en la discusión, luego vinieron otros y otros y todo el mundo discutía, allí se armó un pandemónium tremendo; yo creo que había quien discutía solo por discutir y de pronto algo explotó y unas mesas comenzaron a arder y todo el mundo gritaba y... bueno, todo muy escandaloso.
—Si —asintió Shikamaru bostezando—. Se puede resumir así.
—Todo el mundo sabe que la culpa fue de Deidara —habló Kankuro.
—Bueno, eso no está muy claro —Le contradijo Jisei.
—Lo que explotó fue una de sus figurillas.
—¿Quién es Deidara?
—Es el chico rubio de la coleta que estaba en el salón de actos.
—¡El chico guapo! Así que es un chico, vaya, vaya.
—El "chico guapo" es uno de los becados de Madara Uchiha —añadió Kankuro—, ya le expulsaron de otro instituto por hacer explotar unos experimentos.
—Eso es lo que se rumorea —intervino Ryuko—, el caso es que es muy aficionado a hacer figuritas de arcilla y ponerles explosivos. Por eso se cree que fue por culpa de una de sus figuritas que explotó y se produjo el incendio.
—Pero entonces ¿Por qué os culpan a vosotros?
—Porque todos estuvimos en la discusión, ellos y nosotros, todos discutíamos.
—El incendio solo ha sido la gota que colmó la paciencia de los profesores —indicó Shikamaru—. Esto es muy problemático pero nos merecemos la sanción.
—Yo estaba discutiendo con una estúpida engreída y ahora no recuerdo exactamente por qué... seguro que era cualquier tontería —Tenten dio un largo suspiro, es que no recordaba de que discutía, sospechaba que solo discutían por inercia, porque todo el mundo discutía y el ambiente se crispó—. Pero seguro que Shikamaru si recuerda con quien discutía.
—Discutía con Akane, fijo, como siempre, se pasaron el curso discutiendo —dijo riendo Chouji.
—Mendokusei, que más da... Aquello fue como una histeria colectiva y ahora estamos sancionados.
—¿Y cuál es la sanción al final?
—Tenemos que preparar una obra de teatro para de fin de curso.
—¡Pero eso es muy divertido!
—No te creas —hablo Tenten—, tenemos que organizarlo todo y todo es todo, actuación, decorados...
—Pues a mí me parece una actividad muy divertida ¿Y sirve para subir nota? Creo que me voy a apuntar, a mi todo eso de hacer funciones y cosas así me parece muy divertido ¿Y los de la otra clase tienen que participar también?
—No, o sea ellos también tienen su sanción, tienen que organizar un concierto de música.
—¡Que suerte! ¡Con lo que a mí me gusta cantar! ¿No puedo apuntarme con ellos?
—Creo que tienes que estar en su clase para eso.
—Es igual ¿Sabéis una cosa? No tenéis que pensar en la sanción como algo malo, va a ser muy divertido y pasaremos mucho tiempo juntos, ya veréis, será genial.
Todos estuvieron de acuerdo en lo optimista que era Sumire y mientras esta seguía intentando que se emocionaran con el proyecto, Chouji observó a Shikamaru, este estaba serio y pensativo, tenía el ceño fruncido y fumaba, algo te tenía preocupado, no había duda y no era el tema de la sanción, por más pereza que le diera, eso no le preocupaba.
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