domingo, 14 de junio de 2020

36. NO TE FÍES DE LAS APARIENCIAS

La salida de las chicas produjo un gran revuelo, desfilaban una detrás de otra, sonriendo y saludando a todo el mundo con sus pompones verdes y blancos. Los jugadores que estaban calentando dejaron de hacerlo, los que estaban sentados se levantaron. A Shikamaru el cigarro se le cayó de los dedos.

Shikamaru y Kabuto se adentraron un poco en el campo, las chicas vestían unos pantalones verdes con lentejuelas muy cortitos y unos tops bastante provocativos, muy al estilo de Ino, además llevaban purpurina por todo el cuerpo y estaban maquilladas de forma exótica y algo exagerada.

—Naruto —Kiba casi no tenía voz—... si tú no miras a Tenten, yo no miro a Sakura ¿vale?

—Lo que tú digas ¡Eh! ¡Qué no miréis a mi hermana! ¡Asquerosos, os prohíbo mirarla, dattebayo!

—¡Menudo favor os hacía yo a más de una! ¡Os chupaba hasta las pelotillas del ombligo! —gritaba Sakon.

—¡Eh, cachondonas! —gritaba también Ukon—. ¡Venid aquí que os voy a presentar a un amigo!

—Uchiha —habló Shikamaru a Sasuke, que estaba a su lado—, cierra la boca, se te ha puesto cara de bobo y estropeas tu imagen de tío duro.

—Y tú deja de babear.

—Mendokusei, no puedo, creo que mis glándulas salivares han entrado en aceleración.

—No están nada mal ¿eh? —dijo Kabuto—. Supongo que el impasible y perfecto Uchiha en estos momentos está pensando la misma guarrada que yo.

—¿Insinúas que soy tan salido como tu?

—A juzgar por tu entrepierna me pregunto si podrás correr con ese bulto que te ha crecido.

—Vale, vale —Intervino Shikamaru rápidamente—. Sasuke, no le hagas caso, solo quiere provocarte, pasa de él.

Las animadoras comenzaron su espectáculo.

—¿Te encuentras bien, Kankuro? —Rió Chouji—. ¿No vas a decir nada? ¿Te has quedado mudo?

—Calla, no me puedo perder yo esto, no puedo ni parpadear.

—¡Madre mía! —Suspiró Temari—. Esto ya si que le va a volver tonto del todo.

—Os recuerdo —dijo Neji—, que son personas, no trozos de carne.

—Menos mal que al final no me apunté —susurró Hinata.

—Cómo se nota que Ino ha escogido la ropa —comentó Ryuko.

—Pero, mira —dijo Chouji—, si hasta lo hacen bien.

—¿Quién está mirando como lo hacen? —opinó Kankuro.

—Mira que curioso —habló Ryuko—, por alguna casualidad los padres de Sasuke están al lado de los de Shikamaru, allí, con los profesores y otros padres.

—Sí —Rió Chouji—. ¿Hablarán entre ellos?

Si hablaban, pero no entre ellos.

—Tengo que reconocer —decía el padre de Sasuke a su esposa—, que esa chica es muy dinámica, con mucha iniciativa y algo atractiva, espero que Sasuke no se desconcentre y mantenga la cabeza donde tiene que tenerla.

—Sasuke está harto de tener chicas guapas a su alrededor, no se va a desconcentrar tan rápidamente.

Chiharu miraba a su padre con cara de estar dándole escalofríos.

—Papá, por favor, deja de mirar así, me estás haciendo pasar mucha vergüenza.

—Tu hija tiene razón, Shikaku, te recuerdo que una de esas puede ser tu futura nuera.

—Inoichi —habló el padre de Shikamaru a un hombre alto, rubio, de ojos azules, sentado a su lado—, necesitas una escopeta para proteger a tu hija.

—Espero que no la hayas mirado —contestó con gravedad el padre de Ino.

—Tranquilo, yo solo he mirado de refilón.

—Pues yo —dijo casi gruñendo la madre de Shikamaru—, espero que tú hayas tenido esa conversación que te dije con tu hijo.

—Si, Yoshino, la tuve y fue muy humillante.

—Pues que se aguante, tiene una edad muy mala y mucho que aprender.

—No, si fue humillante pero para mí.

—¿Hablando de cosas de hombres con tu hijo, Shikaku? —Rió el padre de Chouji, un hombre muy grande, tanto de altura como de complexión.

—Mi hijo cree que las mujeres son demonios puestos en la tierra para torturar a los hombres y convertirnos en imbéciles o algo así.

—¿Qué le habrá llevado a pensar eso? —comentó el padre de Ino.

El padre de Chouji dejó escapar una sonora carcajada.

Chiharu los miraba y pensaba que los padres debían vivir en una realidad alternativa y nunca se enteraban de nada.

Cuando las animadoras terminaron se retiraron a un lateral del campo para animar desde allí. Shikamaru reunió al equipo antes de que salieran al campo a jugar.

—Solo un momento ¿Habéis visto a esas chicas? Han venido a animaros, se han esforzado en hacerlo, se han esforzado mucho, alguna estará muriéndose de vergüenza ¿para qué? para que ganéis. No quieren ver perdedores, se desilusionarán si no les dais lo que quieren y quieren ver a unos campeones ¡Así que salir ahí fuera y ganar para ellas! A lo mejor así alguno consigue ligar y todo. Vamos ¡esperan campeones! ¿Que les vais a dar?

Los gritos que ellos mismos se daban auto-convenciéndose se oyeron por todo el campo. Shikamaru les vio salir eufóricos al campo.

—Si es que tiran más dos tetas que dos carretas...

Kabuto sonrió.

—Les has puesto eufóricos, veremos lo que les dura.

Mientras, en el grupo de las animadoras, Sumire, que se había unido a ellas, se abrazaba a Tenten.

—¡Lo has hecho genial! ¡Y qué guapa estás! ¡Y tú también, Jisei!

—¿Por qué será que me siento como si fuese un objeto? —Se lamentaba Jisei—. Esto es humillante.

—Iruka te ha visto —susurró por lo bajo Akane.

—Y a ti tus suegros ¡A ver que van a pensar ahora de ti!

—¡Hemos estado geniales! —gritaba muy alterada Ino—. ¡Esto es maravilloso! ¡Que sensación de poder!

—Venga, no os paréis —dijo Sakura—. Hay que seguir animando.

—Con vuestro permiso —habló Akane—, yo ya he hecho mi numerito, ahora voy a hacer mi trabajo. Voy a ver si me dejan una sudadera Se apartó de ellas en dirección al banquillo pasando al lado de Karin—. ¿Qué tal, Karin? ¿Te sientes incómoda?

—¿Por qué me preguntas? Se supone que nos llevamos mal ¿recuerdas?

—Mujer, solo quería ser amable —Y continuó hacia el banquillo mientras pensaba que esa chica estaba demasiado a la defensiva, claro que nadie había sido amable con ella.

—¡Hermanita! —gritó Ginta desde el banquillo—. ¡Que buenas estáis! ¿Me presentas a alguna que no conozco?

—Te puedo presentar a mis cinco dedos, los de ésta mano.

—No, gracias, ya los conozco. Da igual, ya me presentaré yo.

—Shika ¿Podría coger una sudadera? Yo no voy a dar más saltitos hasta el descanso, no quiero quedarme fría y me siento incómoda exhibiéndome.

—Claro, toma esta, es la de Sasuke, no creo que le importe.

—Gracias —Mientras se la ponía vio a Kabuto que la miraba sonriendo—. ¿Qué haces tú aquí?

—Mirarte, eso es lo que querías ¿no? Por eso has venido.

—Eres muy vanidoso ¿Crees que quería lucirme delante de ti?

Kabuto sonrió sarcásticamente, si había una sonrisa que Akane odiaba sin duda era aquella. Shikamaru les observaba en silencio.

—Déjame pasar —dijo Akane al ver que Kabuto se interponía adrede en su camino cuando quiso marcharse.

—¿Te pongo nerviosa?

—Yakushi, deja que se marche —habló Shikamaru—, tiene trabajo que hacer.

—¿Poner cachondos a los tíos es su trabajo?

Akane prefirió no responder, se mordió la lengua y desvió su camino. Iba muy molesta, no vio una piedra en el suelo, la pisó y el pie se le torció de forma dolorosa y haciendo que tratabillara. Justo lo que Akane necesitaba para terminar de sentirse ridícula.

—Cuidado —Kabuto la sujetó—, te vas a lastimar.

Akane no contestó pero hizo un ademán para soltarse de Kabuto.

—Espera, déjame que vea ese tobillo.

—Mi tobillo está bien, déjame.

Kabuto no fue brusco pero sí muy rápido y cuando Akane quiso reaccionar ya estaba sentada en el banquillo y Kabuto, arrodillado frente a ella, agarraba su pié.

—¿Te duele?

—¡Déjalo ya!

—¿Por qué eres tan arisca con quien solo quiere ayudarte?

Kabuto subió la mano por la pantorrilla de la chica.

—Esto, Kabuto, machote —dijo Shikamaru—. ¿Te importaría no meterle mano delante de mí? Sería un detalle.

—Olvidaba que vosotras teneis perros guardianes —ironizó Kabuto.

Akane se levantó, agarró una bolsa que había dejado preparada y se marchó todo lo rápidamente que pudo. Kabuto sonreía.

—¡Asqueroso! —gruñía Akane al volver con Sumire.

—¿Qué te pasa?

—Nada... ¿Cómo va esto? —Sacó su libreta de apuntes.

—Bueno pues hemos salido con muchos ánimos, creo que he hecho unas fotos muy buenas pero ¿qué te pasa? Te noto rara.

—No se, estoy como incómoda. Déjalo, son manías mías, venga, a lo nuestro.

No tardó el equipo del instituto de Konoha en meter un gol fruto de una buena sincronización y su trabajo en equipo, esto produjo una gran euforia y pocos minutos después, Suigetsu fue el artífice del segundo.

A punto de terminar el primer tiempo, Akane se quitó la sudadera.

—¿Alguien me hace un favor? —preguntó a las animadoras—. Necesito que devolváis esta sudadera, es de Sasuke, quizás la necesite.

—Trae —dijo Karin—. Yo se la llevo.

—Ya sabía yo que alguna se ofrecería.

—¿Por qué no se la has llevado tú? —interrogó Sumire.

—Porque Kabuto está allí y no quiero verle.

—¡Ah! Ya me dijeron que no te gusta mucho.

—No es que no me guste, es que... Ya te lo contaré, ahora tengo que dar saltitos otra vez.

Durante el descanso las chicas hicieron un numerito para entretener al público. Shikamaru rehizo su estrategia, ahora llevaban dos goles de ventaja y no había que permitir que la perdieran.

Llegó el segundo tiempo, la euforia era cada vez mayor y cuantos más minutos pasaban más presionaba el equipo contrario. La defensa creada por Sakon y Ukon funcionaba perfectamente y en último extremo, Juugo se encontraba especialmente habilidoso. Shikamaru pidió un par de cambios sacando a jugar al hermano de Akane, quería que todos los jugadores participaran en ese partido. Una buena jugada entre Naruto y Sasuke puso el balón a los pies de Ginta en el momento más idóneo, estaba solo, ya que todo el equipo contrario había acudido a interceptar a Sasuke y Naruto, prácticamente frente a la portería vacía, muy torpe tenía que haber sido para no batir de nuevo la escuadra enemiga. A partir de ese momento, los nervios del equipo contrario les jugaron una mala pasada y ya solo pudieron encadenar errores.

Habían ganado.

Los jugadores estallaron en gritos, saltos y abrazos. Kiba corrió a abrazar a Tenten y cogiéndola en brazos dio vueltas girando sobre sí mismo.

—¡Estas loco!

—Estoy más que loco ¡Estoy alucinado!

Sasuke no corrió, solo caminó hacia el banquillo y se paró frente a Shikamaru.

—Gracias —dijo extendiendo la mano.

Shikamaru fue a estrecharla cuando Naruto le alzó del suelo.

—¡Vamos a mantear al mister!

—¡Naruto, no! ¡Naruto! Yo no he hecho nada, habéis sido vosotros ¡Naruto, no!

Pero nadie le escuchó.

—Sumire —decía Akane—. Algunos chicos están cambiándose las camisetas, haz unas fotitos.

—Humh... pervertida.

—No lo digo por eso, es porque es un gesto bonito de deportividad.

—Ya, ya.

Después de tanta euforia y alegría, vino el reparto de medallas. Los jugadores se dispersaron buscando a sus familias. Las animadoras también, Jisei, Tenten, Sumire y Akane se reunieron con sus amigos.

—¡Jisei, pero que buena estás! —gritó Kankuro al verlas—. Akane ¿Necesitas ayuda para quitarte esos brillos? ¡Vamos, que te los quito a lametazos! ¡Dios!

—Qué asco me das, Kankuro — dijo Temari.

—Creo que padece una sobredosis de chicas —comentó Shino.

—Las feromonas se han apoderado de su cerebro —añadió Neji.

—¡Tenten, guapísima, no me he olvidado de ti!

—Kankuro, antes de decir nada, piénsatelo —advirtió Jisei—, no te vayas a arrepentir.

—¡Pégame! ¡Fustígame! ¡Hazme lo que quieras!

—Yo no conozco a este chico —dijo Temari mirando a otro lado—. No lo reconozco como hermano ni pariente conocido.

—Lo habéis hecho muy bien —habló Hinata.

—La próxima vez tienes que apuntarte tú —contestó Akane.

—N-no, yo no podría.

—Bueno, yo voy a cambiarme —dijo Jisei—. ¿Me acompañais?

—¡No! —gritó Kankuro—. ¡No lo hagáis!

—¡Kankuro! —Gaara le miró fijamente.

—Está bien, no os vayáis a enfriar... ¡mierda!

Fueron Akane y Jisei quienes se marcharon.

—Ha sido muy... no se, ahora me siento cargada de energía —dijo Akane al entrar en los vestuarios—. Anda, no hay nadie, somos las primeras, mejor, así nos duchamos más tranquilas.

—Pero eso sí, yo desde luego no vuelvo a ser animadora.

—¡Con lo bien que lo has hecho! Iruka no paraba de mirarte.

—¡Calla ya! He pasado mucha vergüenza, esto no es para mi. Por cierto ¿qué te pasa?

Akane parecía haberse quedado petrificada, acababa de sacar una toalla de su bolsa y miraba adentro con los ojos abiertos como platos. Jisei se acercó a mirar y se llevó las manos a la frente nerviosamente.

—¿Qué es eso?

—Parece una foto.

Jisei metió la mano y la sacó, era una fotografía, una fotografía de Hinata saliendo del instituto al lado de Neji.

—Esto no me gusta nada —murmuró Jisei.

—Alguien ha entrado aquí y ha metido la foto, seguro —Akane respiró hondo—. Vale, vale, vale, no nos pongamos nerviosas, no es nada, no es nada.

—Akane si es algo, alguien quiere asustarnos, nos hacen fotos ¡mira! Lo que no se es porque la han metido en tu bolsa y no en la de Naruto, por ejemplo.

—Vale, vamos a tranquilizarnos.

—¿Y si es un psicópata?

—Es solo una broma, alguien se quiere reír a mi costa. No pasa nada, vamos a ducharnos y a cambiarnos, el lunes hablaré otra vez con la directora ¿vale? Ahora vamos a olvidarlo, esto no nos va a amargar el día ¿vale?

Jisei no parecía muy convencida pero no quería asustar a Akane, lo mejor era quitarle importancia al asunto, los histerismos no llevaban a ningún sitio.

—Tienes razón, solo es una broma pesada, alguien que te ha cogido manía, vete tu a saber porqué.

Guardó la foto en su propia bolsa, miró a Akane y fue cuando más se preocupó. Akane no estaba bien, su aura tenía un color apagado y hasta desagradable. A pesar de decir que iba a ducharse permanecía quieta y respiraba muy agitadamente, Jisei la abrazó con fuerza.

—Ya, ya —habló con suavidad—. Todo va a ir bien, todo va a ir bien.

—Todo me sale mal, todo me pasa a mi ¿Por qué nadie me quiere? —Akane rompió a llorar amargamente y ver llorar a Akane no era algo que sucedía con frecuencia.

—No digas eso, te queremos mucho. Yo te quiero mucho y lo sabes.

Para Jisei era muy evidente que Akane llevaba esa amargura dentro de ella ocultándola, escondida para que nadie se lo notara, como metida en un bote cerrado a presión pero el incidente de la foto había hecho que la tapa saltase y toda esa amargura se desbordó.

—¿Por qué mi madre no me quiere? ¿Qué hago mal?

—Si te quiere, es solo que... supongo está muy estresada. Además, mis padres te quieren mucho y mi hermano y ya sabes lo que te quiere Ryuko y también Shino... Akane, no llores, por favor, se me rompe el alma.

—Shikamaru se aleja de mí porque soy una pesada, una odiosa pesada y cabezota.

—No digas eso, sabes que es mentira. Venga, vamos a respirar profundamente y repite conmigo: Todo va a ir bien.

Mientras intentaba que Akane se tranquilizase y dejase atrás esos pensamientos negativos que la atormentaban y el sentimiento de culpabilidad agobiante, Jisei decidió que tenía que hablar con Shikamaru, su "estrategia" de alejar a Akane no estaba dando los resultados que él esperaba, al contrario, Akane ahora le necesitaba más que nunca, aunque fuese una cabezota rencorosa y no fuese capaz de reconocer sus sentimientos.

Jisei sabía que la única persona que ayudaría a Akane era Shikamaru.

...

Sasori, el chico bajito y mono de la clase de 2-1, miraba fijamente al grupo de Gaara y los demás.

—¿Qué miras tanto? —preguntó Konan sentada a su lado y abrazada a Pein, el chico de los piercing.

—A esa chica.

—¿A la "princesa Hyuuga"? —interrogó Deidara, el rubio.

—No, a la de los moñitos, siempre se me olvida como se llama ¿Cómo era, Tobi?

—Tobi lo sabe, se llama Tenten ¿Es mona, verdad? A Tobi también le gusta.

—¿Desde cuando te fijas en una chica tan normal, Sasori?

—Es tan normal que resulta perfecta. Es esa naturalidad la que me encanta, como el arte limpio y sin artificios.

—Creí que tú considerabas perfecta a la princesita —dijo en tono sarcástico Deidara.

—Te le cedo, creo que acabo de cambiar mi objetivo.

—Pues solo tenemos una dosis —comentó Pein.

—No, eso no me interesa, no os preocupéis.

—¿No nos irás a dejar colgados? —gruñó Deidara.

—No, todo sigue igual. Por ahora solo quiero observar.

—Pues yo solo os pido que os andéis con ojo —habló de nuevo Pein.

—No te preocupes, seremos muy discretos ¿Tú ya te has puesto de acuerdo con "ese"? —comentó Sasori.

—Si. Me revienta cooperar con él pero ya está todo preparado.

—Bien —añadió Deidara sonriendo—. Nos vamos a divertir mucho.

...

—¡Mierda! —Exclamó de pronto Kankuro.

—¿Sucede algo? —preguntó Shino.

—Creo que Sasori se ha fijado en Tenten.

Temari y Gaara giraron la cabeza.

—¿Qué haces mirándoles? —gruñó molesta Temari—. Te hemos dicho que los ignores.

—No puedo, no puedo, me ponen muy nervioso.

—¿En mi? ¿Quién se va a fijar en mí?

—¡Mierda! —gruñó Kankuro—. Como se acerque a ti, le capo... enano asqueroso.

—Tranquilízate, Kankuro —habló Neji—. No pasa nada porque la miren, tú le tienes demasiada manía a Sasori.

—¿Quién? —Casi gritó Sumire—. ¿Qué pasa?

—Nada —respondió Tenten—. ¿Ves esa chica alta, rodeada de chicos, allí?

—¿Esa chica tan delgada y guapa?

—Es Konan, es de 2-1, la novia del chico interesante que tiene al lado, el macarrilla.

—No se sabe por qué a Tenten le gusta ese tipo —gruñó Kankuro—. Será que le gustan los tipos con apariencia de "duro".

—Ya le veo. Oye ¿Quién es esa rubia tan mona? Se parece un poco Ino.

—Esa rubia tan mona es un chico —contestó riendo Kankuro y no era el único en reírse.

—¿Un chico? —Sumire puso cara de asombro—. ¡Pues si que es guapo!

—Pues ese chico guapo es un verdadero cabrón —habló en todo enfadado Temari.

—Pero tiene cara de bueno.

—No te fíes ni un pelo de su cara, no es el reflejo de su alma —añadió Shino.

—Ni del retaco que tiene al lado —habló Kankuro—. Se llama Sasori, es un obseso.

—También es muy guapo.

—Y con la mala leche reconcentrada en su pequeño cuerpo —Advirtió Temari—. No te acerques a ellos, no les hables y ni les mires.

—¿A ninguno?

—A poder ser a ninguno de 2-1 —dijo Neji.

Sumire no comprendía nada ¿Qué habría pasado con esos chicos? Se les veía muy bien vestidos e incluso educados, no eran como, por ejemplo Sakon o Ukon que parecían bastos y vulgares y sin embargo estaban el la clase de "los rivales" ¿por qué sería? Creía recordar algo que le habían contado ¿pero qué era? ¡Ah, maldita memoria de pez!

Temari miraba ahora fijamente al lugar donde estaban sentados los profesores. Allí estaban también los monitores encargados de los clubs, por lo tanto también estaba Itachi. Si, estaba allí, y de vez en cuando la miraba fugazmente.

A veces sus miradas se cruzaban y Temari sentía su estómago revolverse, tenía que hablar con él, tenía que decírselo ¿pero que le decía? Luego miraba a Neji, sentado a su lado, serio, formal, que de vez en cuando también la miraba y rozaba disimuladamente la palma de su mano con los dedos.

Temari sentía ganas de llorar, de gritar, de pedir que la dejaran en paz, que no quería ver a nadie. Desde "aquello" que sucedió con Neji intentaba comportarse como si nada hubiese pasado pero sabía que para él no era nada igual, lo veía en sus ojos, parecían los mismos pero Temari podía percibir algo distinto en ellos.

Cada vez se sentía más y más agobiada ¿Y si realmente estaba embarazada? ¿Qué haría? ¿Qué le decía a Itachi? No podía ir y decirle "Creo que estoy embarazada" él siempre había tomado medidas, nunca había cometido un fallo, no desde luego que recordara Temari, tampoco nunca se había roto ningún preservativo y juraría que lo utilizaban bien ¿Cómo le iba a decir que a lo mejor había fallado? Era ridículo, había leído que a veces se producen fallos pero parecía todo tan improbable ¿Qué diría Itachi ante algo así? Seguro que se molestaría, lo primero que pensaría es que ha estado con otro hombre y era la verdad ¡Maldita sea! ¡Si solo ha sido una vez! ¡Una vez! ¡Es que ya es mala suerte!

¿Y que le decía a Neji? "Chico lo siento, nunca toca la lotería pero por una vez que echas a ti te cae el premio gordo" ¿Pero como iba a fastidiarle así la vida? Neji era un chico joven, si solo tiene 18 años, no había empezado aún su vida, tenía previsto hacer una carrera y... ¿cómo iba a...?

Temari ya no podía más. Aquellos pensamientos la estaban volviendo loca y no hacían más que ponerla al borde de un ataque de nervios.

Inclinó la cabeza hasta casi situarla entre sus piernas y respiró hondo.

—¿Te encuentras mal? —preguntó Gaara.

—Si... creo que estamos demasiado al sol.

—Ven —dijo Tenten—. Ven conmigo a los vestuarios, así te refrescas un poco.

—Si, vamos, me estoy mareando.

Tenten la agarró de la mano.

—No tienes buena cara —comentó camino de los vestuarios.

—De pronto me he agobiado muchísimo, gracias, Tenten.

—¿No te ha venido?

Temari negó con la cabeza.

—Si sigues poniéndote tan nerviosa no te va a bajar, estás demasiado tensa.

—Es que no lo puedo evitar. Esto es horrible, no puedo más con esta angustia.

—Bueno, tranquilízate un poco. Mira, mi hermana tiene en casa pruebas de embarazo, cuando termine el pic-nic, me acompañas y te doy una, así te quitarás un peso de encima.

—¿Pero cómo le vas a quitar eso a tu hermana?

—Ah, no te preocupes una amiga suya trabaja en un centro de planificación, se los da cuando quiere.

—Pero va a notar que se lo han quitado.

—¡Que va! Si nunca recuerda si tiene o no, si es un desastre, los guarda por cualquier sitio y luego si no los ha usado ni se acuerda que los tiene.

—Me da mucho miedo.

—Tonterías, si no estás embarazada verás como te relajas y te baja.

—¿Y si lo estoy?

Tenten se quedó sin saber qué contestar.

—Pues creo que entonces podrás pensar que hacer, cuanto antes lo pienses mejor.

Temari se paró y la miró sorprendida.

—Quiero decir si lo quieres tener o no, cuanto antes lo decidas más fácil será todo.

—¿Qué quieres decir?

—¿Vas a querer tenerlo?

La naturalidad con que Tenten había pronunciado aquella frase dejó perpleja a Temari, era algo que ni siquiera se había planteado pero era cierto, podría decidir, es más, tendría que decidir.

Aunque resultara extraño, tener la opción de poder decidir fue algo que la calmó un poco, no sabía porqué, quizás porque era como tener algo de control sobre su vida, aunque fuese una decisión difícil, el saber que tenía opciones la tranquilizaba.

Ahora no quería pensar. Fuese que si o fuese que no, tuviese que plantearse lo que tuviese que plantearse, ahora no quería pensar. Respiró hondo y notó como se relajaba. Era mejor no pensar durante unas horas, ya vería lo que hacía.

...

El día de campo transcurría con aparente normalidad. Se habían dividido en los grupos que por lo general formaban. Sakura e Ino atosigaban a Sasuke empeñadas en demostrar que cada una cocinaba mejor que la otra, nunca olvidaban competir fuese por lo que fuese. Naruto insistía en querer probar la comida de Sakura al igual que Lee, lo que provocaba que ambos también discutiesen de forma muy escandalosa. Hinata se limitaba a contemplar la escena sin decir nada y Sai les miraba a todos sonriendo. Cerca de ellos, Gaara había comenzado una interesante charla con Neji y Temari.

En otro grupo, Shikamaru dormitaba echado en la hierba, Chouji y Ryuko se miraban continuamente y se sonreían mientras Jisei, Sumire y Akane se reían de cualquier cosa que surgiera. Shino parecía abstraído de todo y Tenten, Kiba y Kankuro jugaban a pasarse una pelota.

Una vocecilla chillona y pedante llamó la atención de Sumire.

—¡Kumoyuki! ¡Kumoyuki!

Todos, salvo Shikamaru, se giraron hacia donde provenía la voz. Sí, allí estaban, un poco separadas, puede que tres de las chicas que más aires de superioridad se daban en el instituto.

—¡Oh, miss Stella! —dijo con tono relamido mientras se levantaba, a Akane le molestaba tener que hablarlas mirando hacia arriba, y se acercó a ellas.

Sumire las miró extrañada, no las conocía o al menos no se acordaba de ellas. Con caras de "dueñas de todo" sonreían bastante falsamente.

—Ay, Kumoyuki, hemos oído que fuiste tú la que organizaste lo de las animadoras, ay, querida ¿cómo te pasó algo así?

—¡Fíjate que horror! Ha sido espantoso —contestaba Akane realizando ostentosos gestos.

La que había hablado parecía la jefecilla de ellas. "Se ve que se lo tiene muy creído", pensó Sumire. Era una chica guapa, no iba a negarlo, pero a juicio de Sumire, iba demasiado maquillada. Tenía el pelo muy largo y muy rubio, casi platino, con unas ondas muy estratégicamente colocadas y ojos de color verdes. La acompañaban dos chicas, una muy alta, castaña, con un curioso pelo corto y asimétrico, tenía los ojos castaños y miraba con gesto de estar perdonando la vida; la otra era morena, con el pelo a media melena, perfectamente peinada y sus ojos eran de color burdeos. Esta última fijó su mirada en Jisei con bastante altanería, mirada que Jisei le devolvió con desprecio.

—Y habrás tenido que colaborar con Sasuke Uchiha —Stella miró a Shikamaru entornando los ojos—. Seguro que fue idea de esa medianía, lo estoy viendo, te obligó porque era el entrenador.

—¡Que horror! Pobrecita—comentó con condescendencia la morena—, lo que tienes que haber soportado.

—Debes estar súper traumada. Mira, te voy a dar el número de mi psicóloga —Stella sacó una cartera rosa del bolso que llevaba colgado y de ella una tarjeta—. Toma, llámala, es cara pero chica, estas cosas no puede dejarse.

—No os preocupéis tanto —habló Jisei—. Este chico tan vulgar sabe como hacer pasar el rato a una chica.

—Por favor, ni insinúes algo así —Volvió a hablar Stella—. No puedo imaginarme un momento más horrible.

—¿Pero porqué dices eso de Shikamaru? —Protestó de pronto Sumire—. Que sepáis que Shikamaru es muy atento y educado.

Las tres intrusas dirigieron una mirada heladora hacia Sumire.

—Esto, Stella —dijo Akane— ¿Vosotras no conocéis a Sumire, verdad? Ha estado ausente del instituto unos años. Ven, Sumire, te voy a presentar.

—Pues no, pero había oído decir que teníais una nueva en la clase de los perdedores, uy ¿he dicho yo eso? —Y las tres se rieron de una manera casi ridícula.

—Mira, Sumire, estas son Stella, perdona, querida, que no diga tu apellido, pero es que es taaaan difícil para mi...

—Willowy-Peacemaker, de Boston, mi padre es un alto ejecutivo y eventualmente estamos aquí pero nuestra mansión está en Boston.

—Ah... Honda Sumire, encantada.

—Me imagino. Estas son mis amigas Fatora y Kikyo, las únicas normales en esta ciudad. Por cierto ¿has pensado hacer algo con tu pelo?

—¿Mi pelo?

—Si, querida —contestó Kikyo, la morena—, más que pelo parece que te hayas puesto una rata muerta encima.

Y volvieron a reírse. A Sumire no le hizo mucha gracia, pero tampoco podía decirse que se sintiera ofendida, nadie mejor que ella conocía lo difícil de peinar que era su pelo, por eso lo llevaba siempre corto.

—Mi pelo tiene personalidad propia.

—Bueno, si quieres algún consejo nosotras te asesoraremos, pásate por el club de estilismo, la primera consulta es gratis. En fin, Kumoyuki, solo queríamos que supieras que la exhibición os ha quedado bastante bien y que quizás la próxima vez quieras contar con nuestros consejos como estilistas. Nos vamos, no se nos vaya a pegar la vulgaridad. Chao, querida.

—Si, claro, hasta otra, querida.

Shikamaru abrió un ojo.

—¿Se han marchado ya?

—Si, ya se han ido.

—¿Y estas de que van? —preguntó Sumire.

—Son Stella y su séquito —contestó Akane—. Ya sabes, toda princesa tiene que tener un séquito. No es mala chica en realidad, solo vive en su mundo.

—Dirás que solo cree que es la reina del mundo —puntualizó Ryuko—. Por alguna extraña razón a Akane no le cae mal del todo. Son ricas y creen que todo es suyo. Sus padres han donado una gran cantidad de dinero al instituto.

—Y también son de 2-1, además pertenecen al club de fans de Itachi, el hermano de Sasuke, por lo tanto a él no le aguantan, y hacen todo, pero todito lo que Deidara y Sasori digan —Finalizó Jisei.

...

Naruto y Lee habían comenzado una partida de cartas. Como siempre, Hinata observaba en silencio a Naruto, a ella le gustaba mirarle, era un chico tan alegre y decidido, tan animoso, siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo, nunca se desanimada y ella disfrutaba solo con mirarle, parecía como si la llenase de energía. Y como siempre, no se daba cuenta que a su vez unos ojos verdes e intensos la miraban a ella.

Gaara observaba a Hinata y tampoco se preocupaba por disimularlo, puede que ella fuera la única persona que no se daba cuenta de ese detalle. Todo el mundo sabía que a Gaara le gustaba Hinata, nadie le preguntaba, era demasiado obvio, solo Hinata parecía ignorarlo, o al menos se comportaba como si lo ignorase.

Hinata le gustó a Gaara desde el día que la vio saliendo del despacho de la psicóloga. Era tan preciosa, tan perfecta... "un ángel" fue lo que pensó al verla y cada día que pasaba le gustaba algo nuevo de ella, sus ojos, su cara, sus gestos, su voz... Estaba muy colado por ella y eso era una desgracia tremenda, no hay mayor desgracia que colarte por una chica que a su vez está colada por uno de tus mejores amigos.

Por último estaba Naruto. Gaara apreciaba mucho a Naruto, era una persona sincera, un amigo de verdad, no se extrañaba que a Hinata le gustase, si él hubiese sido una chica seguro que también le gustaría. ¿Pero por qué Naruto? Él no se fijaba en ella, para él solo era una amiga, nunca había hecho, ni dicho nada que indicase otra cosa. A veces le dolía ver lo torpe que podía llegar a ser ¿Cómo podía ser tan despistado? ¿Cómo no veía lo maravillosa que era?

Al menos Gaara había conseguido ser amigo de Hinata, ella tenía confianza con él aunque quizás eso era lo peor, porque se veía así mismo dándole ánimos, diciéndole que cada vez era más decidida y que algún día sería capaz de declarar sus sentimientos a Naruto ¿Sería tonto? Estaba tan colado por ella que había llegado a convencerse que se conformaba con su felicidad, que incluso la ayudaría. Mentira, esos pensamientos no servían de nada y cada vez que veía sus enormes ojos brillar cuando le daba ánimos, él se sentía morir un poco.

36. NO TE FÍES DE LAS APARIENCIAS

La salida de las chicas produjo un gran revuelo, desfilaban una detrás de otra, sonriendo y saludando a todo el mundo con sus pompones verde...