lunes, 17 de febrero de 2020

22. LA MITAD DE UN CORAZÓN CONFUSO

El viernes amaneció lloviendo. 
Akane detestaba los días de lluvia y más si eran viernes, los viernes nunca traían nada bueno, todo lo desagradable que le había pasado había comenzado un viernes, una enfermedad, una riña o una mala noticia. Siempre pasaban cosas raras los viernes, le traían mala suerte y más si llovía, ese ambiente triste y melancólico que se formaba era odioso.
Debió imaginarse que como era viernes y llovía algo iba a pasar cuando vio a Neji acercarse con su gesto estoico y decirle:
—Hoy llevarás tú los deberes al Uchiha.
—¿Yo? ¿Por qué yo?
—Tú eres la subdelegada ¿no?
—¿Quién me ha nombrado subdelegada? Yo no me he presentado a tal puesto.
—Fuiste la subdelegada el año pasado.
—Pero este año no me viene bien.
—No puedes dejarme solo en esto, además eres uno de los directores nombrados para la sanción.
—También lo es Shikamaru, además, no sé qué tiene eso que ver.
—Él no me sirve, tienes que ser tú.
—Pero yo le llevo los deberes a Shino, ya te estoy ayudando. Además ti te pilla más cerca la casa de Sasuke.
—Ayer me pidió que se los llevaras tú, dice que quiere hablar contigo. Mira, no sé qué historia os traéis entre manos pero resolverla pronto y no me metáis a mí, yo no quiero saber nada.
—Está bien, se los llevaré.
Neji era una persona a la que era imposible no hacer caso, te miraba con esos ojos y ese gesto tan serio y formal que cuando te decía "tírate por un puente" tu contestabas "¿por qué lado?" Por eso era ideal para ser el delegado, porque nadie cuestionaba sus "proposiciones".
"Desde luego que ya podía Sasuke haberme dicho ayer lo que quería" pensó Akane "Ayer vino al ensayo... está tonto este chico"
Shino y él estaban cumpliendo la sanción impuesta por Tsunade por amenazas a otro alumno, dos días de expulsión, pero habían acudido al ensayo, eso era extraescolar "ya ves, ganas de tocar las narices que tiene el Uchiha, menuda tontería, podría valer con decirle los deberes y lo que tuviera que estudiar por teléfono, pero no... Ganas de tocar las narices con tanta formalidad que tiene el Hyuuga también"
Al salir de clase decidió ir directamente a casa de Sasuke, sería más sencillo que ir hasta su casa. Le había pedido a Sakura que le indicase como ir, ésta le había dibujado, con toda su buena intención, un plano que Akane comprendía a duras penas "No, si me perderé, fijo" pensaba. También le había dicho que podía tomar un autobús que la dejaría muy cerca de su casa.
Pensando que debería hacer, si vivir la aventura de perderse o tomar el autobús, llegó a la parada. Allí parecía estar esperando el autobús un chico de 2-1 llamado Tobi. Tobi no era un estudiante cualquiera, no, era otro Uchiha, concretamente era primo de Sasuke y tenía muchos rasgos común de la familia como el pelo y los ojos negros y profundos. Akane se acercó a él segura de que como era el primo de Sasuke le indicaría si allí se tomaba ese condenado autobús.
—Perdona, Tobi.
—¡Akane-chan, hola! —contestó alegremente.
Bien sabía Akane que debía evitar relacionarse con los alumnos de 2-1 pero es que Tobi era Tobi, él no era como los demás, por lo menos no lo aparentaba. Tobi era un chico alegre que parecía pasar por la vida a su aire, daba la impresión de ser amigo de todo el mundo e intentaba caer bien. No daba la impresión de dar problemas y Akane no sabía por qué exactamente estaba en la clase de 2-1, sería porque era amigo de Deidara y los de ese grupillo.
—Perdona, Tobi, pero es que tengo un problema.
—Tobi te ayuda, dime.
—¿Se toma aquí el autobús para ir a casa de Sasuke?
—¿Akane-chan quiere ir a casa de mi primo?
—Tengo que llevarle los trabajos de hoy.
—¡Ah, Tobi recuerda! Sasuke-kun está sancionado ¿se los vas a llevar tú?
—Sí, me ha tocado.
—Pues sí, aquí para el autobús. Tobi también lo va a coger ¿vamos juntos, verdad?
—Te lo agradecería enormemente porque no tengo ni idea de cómo ir.
Tobi era todo un personaje, siempre se le veía alegre y tenía esa manía de hablar de él mismo en tercera persona. Parecía algo simplón e inocente, incapaz de matar una mosca, claro que vete tú a saber, a lo mejor era el peor de todos.
—¿Cómo es que no le lleva los deberes el Hyuuga?
—Ni lo sé. Por lo visto me ha tocado a mí.
—A Tobi eso le extraña. Tobi pensaba que podría llevárselos Sakura.
—Eso pienso yo, tenía que habérselos dado a ella ¿Cómo no se me ocurrió?
—Akane-chan ¿No fue por defenderte a ti que han expulsado a mi primo?
—Sí, supongo que es parte de mi responsabilidad... puff.
—Tobi no entiende.
—No, ni yo, no sé ni lo que digo, odio esta lluvia, me pone de mal humor.
—¿Por qué mi primo se puso así?
—¿Así, cómo?
—Tan violento solo por lo que Zaku te dijo.
—¡Y yo que sé! Se cree caballero andante o algo así.
—¿No será que a mi primo le gusta Akane-chan?
—No, que va, es que él es así.
—Tobi comprende por qué a Sasuke le gusta Akane, tiene una buena parte trasera.
—¿Me estás mirando el culo?
—Tobi se disculpa ¡Lo siento!
—Desde luego no me esperaba algo así de ti. Pues te voy a decir una cosa: tu parte trasera tampoco está mal.
—¿Akane-chan le ha mirado el trasero a Tobi? ¿A Akane le gusta el trasero de Tobi?
Akane se echó a reír cuando vio la cara de sorpresa que había puesto el chico,
—Ya viene el autobús.
Subieron y se sentaron en dos asientos que había libres.
—Akane-chan no se parece a Sakura-chan
—No, Sakura te habría puesto un ojo morado.
—Tobi no se refiere solo al carácter, es en todo. Es raro que a Sasuke le gusten dos chicas tan distintas.
—Ah, pero eso es porque yo no le gusto.
—Tobi no cree eso, Tobi sabe muchas cosas.
La expresión del rostro de Tobi cambió radicalmente, de gesto algo bobalicón y alegre pasó a tener un rictus sarcástico en los labios y mirada entre perversa y mal intencionada. A Akane le produjo una mala sensación.
—Ayer vi como mi primo le pedía a su madre que hoy preparara un pastel, un pastel de chocolate —También el tono de su voz había cambiado, ya no parecía infantil.
—¿Y?
—Sasuke no es de los que piden cosas así aunque puede ser que hoy esperase a alguien especial. No creo que sea al Hyuuga y puesto que vas tú, supongo que es a ti a quien espera.
—Quizás espere a otra persona, quizás él no sabe que soy yo quien le lleva los deberes, quizás haya invitado a alguien.
—No, no. Sasuke nunca invita a nadie.
—Pues quizás ahora sí, a lo mejor ha cambiado, las personas tenemos esa mala costumbre.
De nuevo el chico volvió a poner su cara de simpleza.
—Tobi sabe muchas cosas, pero Tobi es un buen chico y no hablará de Sasuke-kun.
La casa de los Uchiha era una mansión grandiosa, o al menos para Akane, que solo había visto casas como esa en la televisión, lo era.
—¡Bendita chabola! —exclamó—. Ya sabía que nos Uchiha estabais bien servidos pero esto es exagerado.
Un pitido indicó que la puerta se iba a abrir. Lentamente una de las puertas de la veja comenzó a abrirse. La entrada en la casa era un bonito jardín, Akane entró detrás de Tobi.
—Carai... esto es increíble... igualito que mi terraza.
Una señorita vestida de doncella les abrió la puerta principal.
—Buenas tardes, Madara-sama —dijo al ver a Tobi.
—Buenas tardes ¿está mi primo, verdad?
—Sí, ahora le aviso.
—No, deja, ya lo hago yo.
—Madara, cielo —dijo una señora muy atractiva acercándose a él y besándole la mejilla—. ¡Cómo me alegro de verte!
—Hola, tía Mikoto. He venido a acompañar a esta señorita, trae los deberes de Sasuke.
—Buenas tardes, señora Uchiha —saludó respetuosamente Akane.
La madre de Sasuke era una señora muy elegante y guapa, se veía que tenía mucho estilo, nada más verla Akane se quedó deslumbrada por la clase que se veía que tenía además resultaba amable y encantadora.
—Encantada ¿Eres compañera de Sasuke?
—Sí, señora.
—Pasad por aquí. Deja allí el paraguas, voy a decir que le llamen, está en su cuarto.
—Yo le aviso, tía.
Tobi se adelantó. Ahora Akane recordaba que le habían llamado Madara, claro, ese era su nombre, pero él prefería Tobi, decía que Madara era el nombre de su padre. Estaba tan acostumbrada a llamarle Tobi que ahora le resultaba de lo más extraño que le llamaran Madara, no le pegaba.
Siguió a la madre de Sasuke hasta un gran salón. Sentado en un sillón se encontraba un hombre vestido con un kimono leyendo el periódico. Por su físico, Akane pensó que sería el padre de su compañero.
—Pasa y siéntate, bonita —dijo la madre.
—Con permiso.
—Buenas tardes —El padre levantó la vista y la miró.
—¿Cómo te llamas? —preguntó la madre.
—Kumoyuki, Akane Kumoyuki, señora.
—Pues encantada, siéntate, siéntate.
Akane, algo intimidada, se sentó en el sofá, un gran sofá franqueado por dos sillones, en uno de los cuales estaba el señor Uchiha.
—¿Le traes tú los deberes? —preguntó el padre.
—Sí, sí señor, yo se los traigo. Quizás he venido muy pronto ¿les he molestado?
—No, por supuesto que no pero ¿cómo es que no has venido el chico Hyuuga?
—¿Neji? Ah, es que tenía cosas que hacer esta tarde y no iba a poder. Me ha pedido que los trajera yo.
—¿Tú eres la subdelegada de la clase?
—Pues parece que soy yo.
—Debe ser duro ser la subdelegada de un Hyuuga.
—No crea, es tan eficiente que él solo se vale para todo.
—Enseguida baja —dijo Tobi regresando—. Es que va a ponerse guapete.
—Por supuesto —repuso el padre—, siempre ha que recibir a las visitas correctamente.
—¿Quieres tomar algo? —preguntó ahora la madre intrigada como estaba pues era la primera vez que una chica, que no fuera Sakura, entraba en su casa.
—No, gracias señora, estoy bien.
Mientras Akane pensaba que por qué no se la tragaba la tierra, Itachi entró en el salón.
—Hola —dijo ignorando la presencia de la chica.
Llevaba la chaqueta colgada de un hombro y la soltó sobre el otro sillón.
—Hola primo —saludó Tobi.
El padre de Sasuke se limitó a mirarle de soslayo, la madre le saludó con un beso.
—Hola, Itachi ¿Qué tal todo?
Itachi se fijó en Akane y se sentó a su lado.
—Hoy tenemos una invitada —Añadió la madre—. Es una compañera de Sasuke.
—Buenas tardes, Itachi-san.
—Hombre, Kumoyuki ¿Cómo tú por aquí?
—He venido a traer los deberes de Sasuke.
—¿Conoces a la compañera de Sasuke? —interrogó el padre.
—Es difícil no conocer a Kumoyuki, está en el periódico y pertenece al consejo de clubs, como yo.
—¿Te gusta participar en el instituto? —dijo después de un rato el padre.
—Es una forma de mantenerme ocupada.
—Bueno, yo me voy a marchar —habló Tobi
—Pasa por la cocina y que te den un trozo del pastel que hecho.
—Gracias, tía, Akane-chan, ya no veremos...
Akane estaba realmente incómoda y lo que más le incomodaba era la presencia de Itachi y de este, su mirada. Era una mirada vacía, en la que no se podía ver ningún tipo de sentimientos, no era una mirada fría, que eso ya sería algo, no era totalmente vacía.
—¿A que se dedican tus padres? —preguntó de nuevo el señor Uchiha.
Así comenzó una incómoda conversación que a Akane más bien le parecía un interrogatorio sobre su vida familiar y escolar.
—Kumoyuki tiene una vida muy estresada —habló Itachi—. Necesita un novio que la relaje.
Itachi se había acercado a Akane para clavar su mirada oscura y vacía en sus ojos.
—¡Aléjate de ella! —Se oyó en voz alta a Sasuke.
Itachi le miró con pesadez y dando un suspiro se levantó. Sasuke se había acercado hasta quedar delante de la chica y frente a él. Itachi le miró y golpeó la frente de su hermano con el dedo corazón.
—Estúpido hermano pequeño —musitó.
Eso era algo que Sasuke no soportaba, apretó con fuerza los puños, Itachi se alejó lentamente.
—Por cierto —dijo volviéndose—, no tengas miedo, nunca intentaría ligarme a una niña, no te la voy a quitar y deberíais saber, padres, que ella es la razón por la que vuestro hijo amenazó e hirió a otro alumno —Y sin más, se marchó.
—No le hagáis caso, ella no tuvo nada de culpa.
Ahora ya sí que Akane quería que cayese un rayo sobre la casa.
—¿Fuiste tú la chica a la que defendió? —preguntó la madre.
—Hubiera defendido a cualquiera, no está bien amenazar como él lo hizo a una chica.
—Claro, Sasuke —habló dulcemente la madre—. Tú hiciste lo que te indicó su conciencia.
Akane se levantó.
—Sasuke, yo, si quieres te digo los deberes.
—Vamos a mi cuarto —Sasuke agarró la cartera de Akane—. Mamá ¿quieres subirnos un trozo del pastel que has hecho?
—Por supuesto ¿Qué queréis beber?
—¿Refresco? ¿Zumo? ¿Batido? —interrogó Sasuke.
—Yo es que no quería molestar...
—No digas tonterías, no es molestia alguna —habló amablemente la madre—. Mira, te voy a dar un zumo de varias frutas que he hecho yo misma, si te gusta lo llamaré el "zumo especial Uchiha"
—Anda, ven por aquí.
—Hasta luego, señor Uchiha.
Akane miraba todo con gran admiración.
—Vaya casa que tienes —susurró—. Debe costar una barbaridad mantenerla limpia.
—¿Cómo es tu casa?
—Creo que tu salón es más grande que mi casa.
—Pasa, Cenicienta, este es mi cuarto de estudio.
...
Seguía lloviendo.
No solamente no llovía menos, sino que encima se había levantado viento.
Y allí estaba Sumire, plantada en medio de la calle, con sus muletas y un chubasquero enorme aguantando el chapuzón. Caminaba un poquito y se paraba a descansar otro poquito.
—Vamos, Sumire, esto no es nada —Se animaba a sí misma—. Ya queda poco.
¿Qué hacía que se encontrase en aquella situación? La maldita fotocopiadora y su enorme bocaza. Su hermana la había llamado pidiéndole que imprimiese un trabajo que tenía en el ordenador y que necesitaba para mañana a primera hora. Vale, eso era fácil, podía hacerlo, solo había que imprimirlo, pero no, la fotocopiadora se había quedado bloqueada y no le daba la gana de imprimir nada. Lo había intentado de todas las formas que sabía, apagando, reiniciando y hasta desinstalando la fotocopiadora... nada, no había forma. Y encima estaba sola en casa, el pánico se adueñó de ella ¿cómo podía pasarle todo lo malo? Además le había dicho a su hermana que lo dejara todo en sus manos, que ella la ayudaría ¡qué rabia le daba!
Tuvo una idea: pasaría el documento al pen-drive, iría a un local de esos que tienen ordenadores y te imprimen lo que sea. Agarró una mochila y se puso el primer chubasquero que encontró y se dispuso a la gran hazaña del día.
Caminó otro poquito, pasó un coche salpicándola, unos nichos corrían huyendo de la lluvia y uno de ellos tropezó con una de sus muletas haciéndola perder el equilibrio.
—¡Lo siento! —gritó mientras seguía corriendo.
Cayó de rodillas de lleno en un charco.
—¡Mierda! —Gruñó tirando las muletas y sentándose frustrada sobre sus piernas—. ¡Mierda!
Los ojos se le llenaron de lágrimas de rabia ¿es que todo le tenía que pasar a ella?
—¿Qué haces en el suelo, criatura?
Se pasó las manos por los ojos, en lugar de secarse las lágrimas de los mojó aún más. Parpadeó, delante de ella había un par de piernas.
—Sumire ¿te encuentras bien?
El dueño de aquellas piernas se acuclilló delante de ella.
—Te estás empapando.
—¡Shikamaru! —exclamó llorosa al reconocer a su compañero.
—Anda, venga que te ayudo ¿qué te ha pasado?
Shikamaru llevaba un paraguas, pero ayudar a Sumire a levantarse con una sola mano era complicado.
—¿Qué haces tú por aquí? —preguntó Sumire.
—Mi madre me ha mandado a comprar. Es muy problemática, como este paraguas.
Shikamaru cerró el paraguas y lo dejó en el suelo.
—¡Pero te vas a mojar!
—Me estorba.
Por fin Sumire se vio otra vez en pie.
—¿Y tú? ¿Dónde vas con la que está cayendo y esas pintas?
—Necesito imprimir una cosa, es muy importante para mi hermana, ella cuenta conmigo.
—Mendokusei —Shikamaru recogió su paraguas del suelo—. Vamos a mi casa.
—Pero yo necesito imprimirlo.
—Vale, vale, en mi casa tenemos impresora.
—Pero no hace falta, yo sé dónde me lo imprimirán.
—Pues con las muletas vas a tardar un montón. Anda, sube a mi espalda que te llevo... venga, en mi casa podrás secarte un poco.
—No, no, no quiero ir a tu casa, quiero imprimir.
—¡Pero que problemáticas sois las mujeres! Vamos ¿No ves que me estoy mojando?
—Pues abre el paraguas.
—No, no puedo llevarte a ti, el paraguas y las muletas, vamos, sube de una vez, trae las muletas ¿No ves que estamos perdiendo el tiempo?
Llena de vergüenza Sumire se subió a su espalda.
—Agárrate fuerte que yo no puedo sujetarte.
—¿Está muy lejos tu casa?
Shikamaru no contestó. Sumire se encontraba incómoda, la lluvia caía de lleno sobre Shikamaru empapando su ropa y haciendo que fuese pegándose a su cuerpo, incluso su coleta ya no parecía tan tiesa como de costumbre. Shikamaru no hablaba, caminaba todo lo deprisa que el peso y el estorbo de esas muletas que iban chocando con todo le dejaban.
...
Sasuke había llevado a Akane hasta su habitación de estudio.
—¿Tienes un cuarto solo para estudiar?
—¿Tu dónde estudias?
—Yo no tengo ni un cuarto para dormir sola.
—Siéntate aquí —Le ofreció una silla frente a su escritorio y él se sentó a su lado—. ¿Sois muchos de familia?
—Demasiados. Creo que no le he gustado nada a tu padre.
—¿Y eso? No lo creo.
—Es que me miraba mucho y no parecía agradarle lo que veía. Supongo que debo parecer muy poca cosa.
—Lo dices como si los Uchiha nos creyésemos superiores.
—Pues viendo tu casa no me extrañaría que me considerarais "chusma".
—Mi padre trabaja en la policía.
—¿No me digas que tu padre es policía?
—Es jefe del departamento de asuntos internos. Quizás está demasiado acostumbrado a poner esa cara tan seria.
—Será eso.
—¿Y tu padre a que se dedica?
—¿Mi padre? Ah, pues mi padre es conductor de autobuses, de los que hacen viajes largos.
—Entonces viajará mucho.
—Pues sí. Lo bueno es que siempre nos trae fruta, marisco y cosas así.
—Le verás muy poco —Sasuke conjeturó que por esa razón Akane siempre decía que tenía que ayudar a su madre.
—Tiene suerte en su empresa y le dejan elegir las rutas así que suele estar el fin de semana que nos toca con él —A Akane la cara de asombro de Sasuke le hizo gracia—. ¿Qué tú no sabes que mis padres están divorciados? Claro, que tontería, no sé por qué ibas a saberlo.
—Lo siento, no quería ser indiscreto.
—No lo sientas, si no pasa nada. Cada uno rehízo su vida y ahora se puede decir que tengo dos padres, dos madres y un montón de hermanos.
—¿Cuántos tienes?
—Más de los que quisiera.
La madre de Sasuke subió llevando una bandeja con dos trozos de pastel y una jarra lleva de un líquido anaranjado.
—¡Que buena pinta tiene esto! —dijo Akane cuando se hubo marchado mirando el pastel de chocolate con ojos brillantes.
—Mi madre es muy buena cocinera —habló Sasuke mientras servía el zumo
—¿Tu madre cocina?
—Pues claro ¿Qué creías?
—Vista tu casa, que tendríais un chef particular.
—Pues no, mi madre es la que cocina.
—¡Ahhhhhh! ¡Qué bueno está!
—Sabía que te gustaría.
—Eres malo, esto no se le hace a una golosa como yo. Por cierto ¿Qué querías decirme? Neji dijo que querías hablar conmigo ¿No podías habérmelo dicho ayer?
—No —Abrió uno de los cajones y sacó un sobre—. Sería para mí un honor que aceptaras esta carta.
Akane le miró dubitativa. Sasuke se levantó y volvió a ofrecerle la carta, esta vez sin atreverse a mirarla a los ojos y doblando ligeramente el torso.
—Por favor, acéptala.
—¿Me has escrito una carta?
—Es la mejor forma que se para decirte lo que pienso y que nada me interrumpa.
Mientras pensaba que ya podía habérsela dado en el instituto y que Sasuke era demasiado formal, Akane aceptó el sobre.
—Gracias. Si quieres puedes leerla ahora pero no hace falta que me respondas de inmediato.
¿Qué hacía? ¿La leía ahora o esperaba a estar en su casa? Vaya dilema, si la leía de inmediato Sasuke la observaría y eso la iba a poner nerviosa, pero la curiosidad que sentía era tremenda y de todas formas tendría que darle una respuesta. La leería en ese momento.
Al ver que Akane abría el sobre, Sasuke se alejó, acercándose a uno de los ventanales de la habitación y miró al exterior, no quería incomodarla.
Akane leyó la carta con mucha atención. No era una carta muy larga, tampoco es que hubiera mucho en que extenderse para decir lo que decía, era la carta típica de un chico poco hablador aunque de sentimientos intensos. La leyó dos veces, tenía que asegurarse de no malinterpretar nada. De vez en cuando Sasuke giraba la cabeza y la miraba tratando de averiguar que decían sus gestos.
Cuando terminó de leerla, la dobló de nuevo e introdujo en el sobre.
—Sasuke —dijo levantándose, éste se giró—. Me siento muy halagada pe...
—Ya —Interrumpió mostrando bastante un gesto de decepción—... imagino lo que vas a decir.
—Vamos a hacer una cosa —Akane se acercó a él y le agarró la mano—. Primero aclara tus sentimientos hacia Sakura, después, cuando estés seguro, sobre todo de ti mismo, vuelve a dármela, si es que sigues pensando igual.
Levantó la mano de Sasuke y puso el sobre en ella.
—Mi carta es sincera.
—Y preciosa y dudo de su sinceridad, quiero creer que sientes lo que dices, pero no puedo aceptar la carta escrita con medio corazón y encima lleno de confusión.
—Crees que soy un crío caprichoso ¿verdad?
—¡No! Creo que los sentimientos son complicados ¿Por qué no empezamos por ser amigos y conocernos mejor?
—¿Querrías ser mi amiga?
—¿Por qué no iba a querer ser tu amiga? ¿No crees que antes de nada deberíamos conocernos?
—Eso es lo que más deseo: conocerte. Pero ¿tú amigos me aceptarían?
—¡Eh, que nosotros no somos una secta o algo así! Mis amigos son mis amigos y ellos me aprecian o eso creo, cualquiera puede venir con nosotros ¡que no somos un grupo secreto cerrado a nuevos integrantes! Eso sí, sin secretos, Sakura, Naruto y los demás deberían saberlo, no creo que fuera normal que salieses con nosotros y se lo ocultaras a ellos.
—Claro, sin secretos, yo tengo derecho a ir con quien quiera. Y tú también ¿no? También alguna vez podrías venir con nosotros.
Akane le sonrió y Sasuke sintió como si algo dentro de él lo celebrase.
—Hablaré con Sakura, eso ya lo tenía decidido pero necesitaba decírtelo.
Sasuke estaba satisfecho, no había sido tan horrible, esperaba una reacción peor por parte de Akane, quizás que se enfadase u ofendiese, pero no, Akane no estaba enfadada, ni parecía molesta.
—Lo único es que lo haré a mi manera, no quiero apresurarme en nada, tengo que hacer las cosas bien.
—Claro, tú a tú ritmo. Por cierto, allí hay dos trozos de pastel que se están deprimiendo y yo me muero por ese chocolate.
—¿Vendrás mañana al partido?
—No puedo faltar, me han encargado que escriba un artículo para el periódico así que espero que ganéis, no me gustan las noticias sobre derrotas.
—Si meto algún gol te lo dedicaré.
Sasuke no se sentía mal, al contrario, quizás ahora podría conocerla mejor y también hacer que ella le conociese, quizás ella era la persona capaz de romper esa concha que le recubría.

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36. NO TE FÍES DE LAS APARIENCIAS

La salida de las chicas produjo un gran revuelo, desfilaban una detrás de otra, sonriendo y saludando a todo el mundo con sus pompones verde...